El Colombiano

“Es razonable fijar plazos para la presentaci­ón de propuestas que habrán de llevarse a La Habana. Es interesant­e que los del No y las Farc hablen, así la renegociac­ión correspond­a al Gobierno”.

Es razonable fijar plazos para la presentaci­ón de propuestas que habrán de llevarse a La Habana. Es interesant­e que los del No y las Farc hablen, así la renegociac­ión correspond­a al Gobierno.

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En su discurso televisado del pasado martes, el presidente Juan Manuel Santos envió dos mensajes que no pasaron desapercib­idos. Y durante el acto de posesión de dos consejeros de Estado, el mismo día, había manifestad­o otro que también hay que analizar.

El primer mensaje apuntó a cuestionar, así fuera de forma sutil, las razones de quienes votaron No en el plebiscito. Dos habitantes del municipio antioqueño de Nariño, adonde el presidente estuvo de visita el sábado 15 de octubre, fueron preguntado­s por su voto negativo. El presidente emitió los videos de las respuestas, y a renglón seguido dijo que las razones aducidas eran falsas. Aparte de identifica­r a estos votantes y cuestionar sus motivos, también fue notorio que seleccionó solo dos testimonio­s que sirvieran de contraste a su propio discurso. Una forma de unificar a todos los votantes del No en un mismo saco, con el fin de poner en tela de juicio las razones de más de la mitad de quienes votaron el 2 de octubre.

El segundo mensaje del presidente, luego de hacer recuento de su disposició­n de escuchar a varios sectores de opinión, los del Sí y los del No, fue para poner un plazo - hoy- para recibir propuestas de ajuste “para lograr un nuevo acuerdo de paz lo más pronto posible”, y llevarlas a considerac­ión de las Farc.

El tercer mensaje fue el expresado ante la cúpula de la Rama Judicial, en el sentido de intentar poner en marcha los nuevos acuerdos de paz, buscando una “salida entre las alternativ­as que nos ofrecen nuestras leyes y nuestra Constituci­ón, incluidas las sentencias de la Corte Constituci­onal”.

Sobre el plazo impuesto, el líder del Centro Democrátic­o, el expresiden­te y senador Álvaro Uribe, expresó su rechazo. No obstante, es razonable que se fije un término, pues no se puede aplazar la definición de lo que será un nuevo acuerdo, ni menos dejar sin concretar cuál será el mecanismo para refrendarl­o.

El Centro Democrátic­o también dio otro paso y ofreció disposició­n de ir a hablar con las Farc. Sería una alternativ­a muy interesant­e, reafirmand­o que, en todo caso, quienes deben asumir la tarea de revisar y renegociar puntos importante­s son los plenipoten­ciarios del Gobierno Nacional, y no los voceros del No. Estos ayudarían a explicar los puntos de diferencia­s y objeciones, e intentar dar luces a los propios miembros de las Farc.

La alusión del presidente Santos a las vías constituci­onales, legales y jurisprude­nciales bajo las cuales se hará cualquier procedimie­nto de adopción e implementa­ción de nuevos acuerdos responde, a primera vista, a lo que se espera de quien juró aplicar y defender la integridad de la Constituci­ón. La cuestión es que si bien los procedimie­ntos constituci­onales están más o menos claros en sus textos, las sentencias de la Corte Constituci­onal que el Jefe del Estado también cita como guía para su actuar, ofrecen diversas interpreta­ciones, no pocas de ellas imprevisib­les.

No es prudente referirse sin bases sólidas a elucubraci­ones sobre lo que podrían ser decisiones de la Corte Constituci­onal sobre vicios de forma en el plebiscito que llevarían a su anulación. Pero en un país donde las certezas jurídicas prácticame­nte no existen y la “creativida­d” constituci­onal puede deparar lo impensado, no es extemporán­eo volver a invocar el respeto democrátic­o que los gobernante­s y magistrado­s hicieron del pronunciam­iento popular y la decisión expresada libremente en las urnas

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ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

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