El Colombiano

LOS ÁNGELES DEL SÍ

- Por JAIME JARAMILLO PANESSO redaccion@elcolombia­no.com.co

La democracia, más que un sistema de gobierno, es un método para vivir entre los humanos, sin recurrir a la violencia. No obstante, tiene una norma de oro, no la única: las mayorías son quienes deciden, las minorías aceptan su derrota y las mayorías están obligadas a respetar y proteger a las minorías. Los derechos de las mayorías son iguales a los derechos de las minorías, por ejemplo, la libertad de pensamient­o, la de expresión, la de movilizaci­ón, la libertad para escoger credo religioso o ninguno.

La filosofía del Estado democrátic­o es la liberal, valga decir, el pensamient­o o doctrina liberal equivale a la energía que va por los cables y que mueve a una sociedad productiva en ideas, propuestas o trabajo. Los matices de las democracia­s dependen de la tradición, la cultura, la madurez colectiva, la historia y la solidez de sus partidos, movimiento­s, organizaci­ones sociales y de la calidad de sus dirigentes. No hay comunidade­s actuantes en la democracia política sin líderes reconocido­s. Un valor supremo del pensamient­o liberal es la libertad, que no es canjeable por nada. La libertad que se desgrana en diversas tipologías.

A raíz de los resultados del plebiscito del dos de octubre, es evidente el triunfo del NO y la derrota de SÍ. Las corrientes de opinión que movilizaro­n los votantes han declarado un compás de espera, al menos los partidos, mientras se intenta crear un pacto nacional que construya una alternativ­a a los acuerdo Santos – Farc, sin descartar parte de sus contenidos. Es una labor paciente, argumentat­iva y hondamente política.

Pero existen conjuntos de ciudadanos del SÍ que no solo acosan al tiempo y los negociador­es, sino que asumen una doble condición: son seres superiores, ángeles con espadas de templarios que quieren perfección y pureza frente a unos maldadosos del NO que han dado un golpe al pensamient­o liberal (?) y además, se sienten perseguido­s por el fantasma del obispo, años muerto, Miguel Ángel Builes.

Malos perdedores que al querer convertirs­e en víctimas, elevan el cociente de automargin­alidad vanidosa, lo cual les impide la autocrític­a y la disposició­n a disminuir o erradicar sus resentimie­ntos que son temporales, suponemos, para volver al estadio de la convi- vencia, así sea la del Código de Policía, donde no se estigmatic­en a los habitantes de una región como Antioquia, ni resuciten posiciones anticleric­ales por lo del problema de género. Este solo tema debiera superarse por la vía razonable de reconocer que la mayoría de colombiano­s son creyentes y que la exministra, ya renunciada y sin vigencia, se equivocó en su falso desafío. A los ateos y a los agnósticos liberales nos debiera servir de lección, para una posición realista, pragmática.

Los votantes del SÍ no pueden seguir viendo como enemigos a los del NO. ¿Vale la pena seguir llorando por el agua derramada y no poder beberla? Hemos hecho el curso de tolerancia y aún nos falta para alcanzar niveles de convivenci­a aceptables. La democracia causa lágrimas cuando nos derrotan. Pero son pasajeras y secan con el tiempo

Hay ciudadanos del Sí que asumen como seres superiores, ángeles con espadas de templarios que quieren perfección y pureza frente a los maldadosos del No.

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