UN PANORAMA DESALENTADOR
El año que termina nos enseñó a los golpes que en política la excepción es la nueva regla. Que en épocas de sobreinformación y extrema vigilancia es cada vez más complejo comprender o prever las decisiones de las naciones, de su gente y de sus gobernantes. Que la verdad no es necesaria para convencer al otro y que incluso la mentira resulta más efectiva. Que la cooperación internacional y los organismos multilaterales como vía para solucionar conflictos pasan por su peor momento desde la Segunda Guerra Mundial y que la inestabilidad que vemos a diario puede ser el antecedente de un gran enfrentamiento.
El 2016 nos deja a Siria. Una tragedia humanitaria cuyas proporciones sobrepasan todo lo que habíamos visto en este siglo XXI. Alepo y sus calles destrozadas, los Cascos Blancos, los niños huérfanos, las bombas que caen sin descanso. La prepotencia de Bashar Al Asad y de
Vladimir Putin y de la Unión Europea y la indecisión estadounidense. La peor oleada de inmigrantes hacia el viejo continente desde 1945. Las muertes como cifra que no da si quiera cabida a la reflexión.
Los populismos exacerbados como respuesta a las crisis de las economías europeas mientras el centro y la derecha vuelven a tomar las riendas de Suramérica. El descalabro de la división política estadounidense que llevó al poder a un impresentable como Do
nald Trump con todo su odio, sus muros, su xenofobia y su machismo vergonzoso. El desconocimiento de la ciencia como normativa y los oídos sordos a las preocupaciones por el cambio climático.
¿Podremos vivir algo peor? Sí. Lo que viene. El 2017.
Lo que enfrentamos en estos azarosos doce meses es apenas un muestra de la transformación en el comportamiento político de occidente que permanecerá por varias décadas y que, incluso, puede marcar el rumbo del siglo entero. El miedo y la venganza como motor de las decisiones nacionales y las relaciones entre países.
Preparémonos para un año de sorpresas sucesivas y de quiebres institucionales en la comunidad internacional como no se había visto hace décadas. El centro del mundo será Europa y el Medio Oriente. Washington se encargará de desestabilizarlo todo a pasos agigantados.
No serán buenas las noticias que nos esperan y la forma de enfrentarlas es reconocer que atravesaremos épocas de profundas complejidades. Por duro que suene, el panorama se pinta oscuro
Preparémonos para un año de sorpresas sucesivas y de quiebres institucionales en la comunidad internacional.