CARTA ABIERTA A NUESTROS DIRIGENTES Y EMPRESARIOS
El año pasado fue un periodo de puro y duro realismo trágico para buena parte de los colombianos. Nos vimos inmersos en una pesadilla permanente, provocada por las empresas que ustedes presiden, con las que contratamos bienes y servicios, las mismas que nos obligan a dedicar varios días del año a reclamar y discutir por inconsistencias y abusos causados por simple negligencia o por compleja y perversa mala fe. Personalmente, me pasé horas y horas del 2016, bastante amargas por cierto, solucionando los líos que –lo digo con nombres propios– me provocaron Colpatria, Movistar, Devimed, Bancolombia, Avantel, Invías, Bancoomeva, Éxito, Viva Colombia, EPM y UNE. Sobre todo UNE.
Es necesario que sus compañías capaciten a los empleados para que no cometan, tan seguido, tantas desatenciones y errores; y que ustedes, los propietarios y directivos, le mermen a su avaricia. No todo pueden traducirlo en beneficios ex- clusivos, en inmensos sueldos y monstruosas utilidades.
Nuestra calidad de vida mejorará cuando el gobierno y los grandes grupos económicos inviertan en implementar centros de atención telefónica, plataformas “online” y canales de trasparencia y servicio al cliente bien consolidados y confiables. Hacerlo es urgente y será de gran ayuda para lograr la verdadera paz que tanto anhelamos y que en buena parte consiste en disfrutar de nuestra cotidianidad sin las complicaciones y frustraciones que el Congreso, la Dian, las concesiones viales, los bancos, las empresas de energía y comunicaciones, los grandes almacenes de cadena y otras entidades –privadas, mixtas y oficiales– nos causan a diario.
¿Será que no calculan la frustración, el resentimiento y la violencia que provocan creándonos problemas de manera constante, sacándonos de quicio con sus innumerables arbitrariedades y equivocaciones?
Nos harán un gran regalo si le transmiten este mensaje a los más entre los mandamases. Y estos nos darán un inmenso obsequio de Reyes si le prestan algo de atención y lo replican a los colegas y propietarios de otras compañías. En sus manos está contribuir a que este año que comienza sea más feliz que el anterior. Ya es hora de que los dueños del país y los funcionarios de alto rango comiencen a hacer lo que en su fuero íntimo saben que les corresponde. Solo así, con aportes honestos y generosos, que en mi infinita ingenuidad creo posibles, lograremos salir del lado oscuro de Macondo y disfrutar de una Colombia justa y amable