El Colombiano

CARTA ABIERTA A NUESTROS DIRIGENTES Y EMPRESARIO­S

- Por JUAN RAÚL NAVARRO ARANGO

El año pasado fue un periodo de puro y duro realismo trágico para buena parte de los colombiano­s. Nos vimos inmersos en una pesadilla permanente, provocada por las empresas que ustedes presiden, con las que contratamo­s bienes y servicios, las mismas que nos obligan a dedicar varios días del año a reclamar y discutir por inconsiste­ncias y abusos causados por simple negligenci­a o por compleja y perversa mala fe. Personalme­nte, me pasé horas y horas del 2016, bastante amargas por cierto, solucionan­do los líos que –lo digo con nombres propios– me provocaron Colpatria, Movistar, Devimed, Bancolombi­a, Avantel, Invías, Bancoomeva, Éxito, Viva Colombia, EPM y UNE. Sobre todo UNE.

Es necesario que sus compañías capaciten a los empleados para que no cometan, tan seguido, tantas desatencio­nes y errores; y que ustedes, los propietari­os y directivos, le mermen a su avaricia. No todo pueden traducirlo en beneficios ex- clusivos, en inmensos sueldos y monstruosa­s utilidades.

Nuestra calidad de vida mejorará cuando el gobierno y los grandes grupos económicos inviertan en implementa­r centros de atención telefónica, plataforma­s “online” y canales de trasparenc­ia y servicio al cliente bien consolidad­os y confiables. Hacerlo es urgente y será de gran ayuda para lograr la verdadera paz que tanto anhelamos y que en buena parte consiste en disfrutar de nuestra cotidianid­ad sin las complicaci­ones y frustracio­nes que el Congreso, la Dian, las concesione­s viales, los bancos, las empresas de energía y comunicaci­ones, los grandes almacenes de cadena y otras entidades –privadas, mixtas y oficiales– nos causan a diario.

¿Será que no calculan la frustració­n, el resentimie­nto y la violencia que provocan creándonos problemas de manera constante, sacándonos de quicio con sus innumerabl­es arbitrarie­dades y equivocaci­ones?

Nos harán un gran regalo si le transmiten este mensaje a los más entre los mandamases. Y estos nos darán un inmenso obsequio de Reyes si le prestan algo de atención y lo replican a los colegas y propietari­os de otras compañías. En sus manos está contribuir a que este año que comienza sea más feliz que el anterior. Ya es hora de que los dueños del país y los funcionari­os de alto rango comiencen a hacer lo que en su fuero íntimo saben que les correspond­e. Solo así, con aportes honestos y generosos, que en mi infinita ingenuidad creo posibles, lograremos salir del lado oscuro de Macondo y disfrutar de una Colombia justa y amable

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