El coleccionista de sonrisas
Este bogotano soltó el nudo de su corbata de ejecutivo y se dedicó a viajar. Ha pasado por 60 países.
Christian Byfield tenía una carrera prometedora en Bogotá en el sector financiero. Hace tres años dejó a un lado la corbata, el traje, su maletín de ejecutivo, y empezó a hacer lo que siempre había sido su verdadera pasión: viajar.
Con los ahorros que le dejó su trabajo y sus millas acumuladas de viajes anteriores, Christian emprendió un recorrido en el que ha desestimado lo material, y las experiencias se han convertido en su objeto más preciado. Ahora vive de lo que más lo apasiona y aunque no ha encontrado en ningún otro lugar el calor de su país, Colombia, su mochila siempre está preparada para una nueva aventura.
Después de un viaje por el Caribe colombiano, donde recorrió las calles de Cartagena, las playas de La Guajira y los ríos que fluyen por la Sierra Nevada de Santa Marta, Christian conversó con EL COLOMBIANO a través de su cuenta de Twitter @ byfieldtravel. Él es el personaje de esta semana en el Perfil Tuitero.
¿Usted qué hacía antes de empezar a viajar?
“Trabajaba muy encorbatado con una consultora gerencial y estratégica”.
¿Y cómo se quitó la corbata y tomó la decisión de iniciar este recorrido?
“Mi pasión de la vida es viajar. Y mientras trabajaba solo podía viajar 15 días hábiles al año y no era suficiente. Me empecé a cuestionar si era feliz con lo que estaba haciendo, qué es ser exitoso y pues la respuesta no era estar detrás de un computador toda la vida. Me puse a ahorrar plata y arranqué mi vuelta al mundo. Claramente con mucho miedo de dejar esa vida ‘exitosa’ detrás”.
Van tres años y un mes por el mundo. ¿Recuerda el primer día de esta aventura?
“Claro que sí. Tomé un vuelo hacia la capital de Etiopía en África. Los primeros días no estaba para nada emocionado y solo me llenaba de nervios. Estaba bien triste. Hasta que llegué a un desierto muy poderoso (en Etiopía) y todo cambió”.
¿Por qué colecciona sonrisas en sus viajes?
“Los primeros días estaba en Etiopía bien triste, pensando en Colombia y en mi trabajo. Uno resalta mucho por el color de piel y se encuentra con muchas caras serias. Hasta que un día le sonreí a un señor en la calle y él me sonrió de vuelta. Me pareció lo máximo y seguí haciéndolo”.
Son tres años seguidos viajando ¿Cuántos países ha recorrido ya?
“En mi vuelta al mundo he estado en 41 países, en toda mi vida he conocido 60. Mi sueño es poder conocerlos todos”.
¿Cuál lugar del mundo lo dejó con la boca abierta?
“Siempre me preguntan lo mismo y mi respuesta es Colombia. Este país es demasiado lindo y su gente es mágica. Mi continente favorito es África, puede haber mucha pobreza económica pero hay mucha riqueza emocional. La gente canta, baila y es feliz”.
¿Qué ha sido lo más complicado que se ha encontrado durante este recorrido?
“En realidad no he tenido muchos inconvenientes, la gente en el país que sea es especial en su gran mayoría, lo tratan de ayudar cuando uno lo necesita. En Egipto tuve un inconveniente, creían que estaba haciendo filmaciones terroristas y me quitaron mi celular, al ver que eran puras selfies me lo devolvieron. Y mi barriga, tanto cambio le afecta bastante”.
¿Cuál ha sido la comida que más le ha gustado, y la más exótica?
“La comida iraní es muy muy rica, la de Indonesia también. En Australia uno come canguro, en Camboya grillos y en el Amazonas el famoso mojojoi, un gusano no muy agradable”.
En viajes tan extensos, ¿qué carga el maleta?
“No mucho, uno se vuelve bien puerco. Uno repite camisetas, bóxers, toda la ropa. Infaltable: una navaja, una almohada pequeña, un libro y mis cámaras. Solo unos zapatos, unas sandalias, en un viaje de estos uno aprende a desapegarse de lo material. Mi casa fue la mochila de 14 kilos por todo el recorrido”.
¿Qué extrañaba de su casa, de su ciudad, de su país, mientras estaba fuera?
“A mi familia y mis amigos. Y la rumba, conseguir una rumba parecida a la colombiana es casi imposible. Las frutas de acá, eso se extraña”.
¿Y el dinero? ¿Cómo ha hecho para sostenerse durante estos tres años?
“Los primeros dos años fueron con mis ahorros. El último año viajar se convirtió en mi trabajo entonces ahora me pagan por esto”.
Si tuviera que echar raíces en un país diferente a Colombia ¿cuál sería?
“Australia me encanta. Hay un muy buen equilibrio entre vida y trabajo. Las islas Fiji también me encantaron, muy buena vibra”.
¿Se imagina de regreso a la vida de oficinas, corbatas y reuniones?
“No mucho. Confiando en la vida eso no volverá a pasar. Soy mucho más feliz con mi vida actual”.
Un consejo para aquellos que aún no se han atrevido a hacer ‘el viaje de su vida’
“Dejar los miedos a un lado; los de uno, los de la familia y los de los amigos. Creo que todo fluye de una manera increíble si uno hace lo que realmente le apasiona. Algunos hablan de conectarse con el universo, y yo creo mucho en todo ese tema de las energías”.
¿Cuál será su próximo destino de viaje?
“Me voy para Francia en dos semanas, tratando de hacer lo posible para bajarme hasta Madagascar en ese mismo viaje”