IRA SOCIAL CONTENIDA
El estallido social de una sociedad cansada de la falta de justicia y débil autoridad, sucede más a menudo de lo que nos enteramos. La gente, saturada de noticias que cuentan cómo la “ley” no opera para hampones y criminales de poderosos estatus que evaden la justicia y hastiada de padecer la inseguridad que producen todo tipo de estafadores, extorsionistas, fleteros y ladrones barriales, descarga la ira represada contra los ladrones que logra atrapar en la calle.
La semana pasada en un barrio de Medellín hubo una improvisada redada ciudadana que logró capturar a uno de esos delincuentes, que ya no se sabe si por falta de oportunidades o facilismo (la subcultura del narcotráfico sigue permeando esta sociedad), se dedicó al robo. Y qué mal la pasó.
Muchos, hastiados de la ineficiencia estatal, aplauden los linchamientos contra los bandidos pillados en flagrancia. Pero si queremos desarrollarnos como humanidad tenemos que convencernos de que no es bueno para ninguna sociedad, que se pretenda civilizada, aplicar esa especie de “ley del oeste”, que solo aumenta la anarquía y el caos social.
¿Cómo se podrá restablecer el sistema moral de los operadores de justicia en Colombia? Porque cuando ellos fallan, porque se dejan sobornar o usan las armas y el uniforme para delinquir, o los códigos y las mismas leyes para favorecer criminales, generan una cadena de desmoronamiento moral tan poderosa que puede ser, inclusive, más perjudicial que la libertad del hampón de turno. Y hace que muchos hagan justicia por su propia mano.
La sociedad está saturada de la corrupción, falta de buen juicio e irresponsabilidad de muchos de los operadores dentro del sistema de justicia. Su corrupción e irresponsabilidad es lo que hace que se resienta la economía, falle el sistema de salud, la política pueda ser ejercida por delincuentes; cuando en estos sectores se comenten delitos que dañan a la sociedad y la justicia nos los castiga ejemplarmente, se desmorona la confianza social y en cualquier momento (como ya se ve cada rato en las calles) estalla la ira contenida de los ciudadanos que descargan en el primer delincuente a la mano, toda la frustración ante un sistema que tiene al país al borde del abismo. Aquí cada cual delinque como le da la gana y, según parece, no hay quién haga justicia