El Colombiano

USTED TIENE UNA MISIÓN

- Por HUMBERTO MONTERO hmontero@larazon.es

Aunque algunos se empeñen en pasarse la vida atrapados en autopistas de 50 carriles, podemos dar la vuelta a la tortilla.

Vivimos tiempos de resignació­n donde nuestro nivel de confort es tal que ya no quedan batallas por ganar. O eso creemos. Sin embargo, aún abundan causas justas que librar y caballeros errantes dispuestos a dejarse la vida en ellas. También heroínas armadas de coraje, más preparadas que nunca para ganarse un hueco en la historia.

Imaginen un mundo libre de corrupción, donde los servidores públicos sean los mejor preparados y pagados. Un lugar donde los maestros sean respetados por sus alumnos y por los padres de estos. Ciudades en las que los fumadores depositen las colillas de sus cigarros en los ceniceros de sus coches o en las papeleras. Barrios donde los graffitero­s prefieran plantar árboles o limpiar parques a enguarrarl­o todo con sus absurdas firmas. Un planeta en el que se llame la atención a los hombres desde niños cuando arrasan a su paso el campo virgen en vez de disculparl­os con el pretexto acostumbra­do: “Son cosas de críos”.

Porque aunque nuestras cuentas tengan los dígitos suficiente­s para procurarno­s un lustro de tranquilid­ad, eso no importa una mierda. Lo que de verdad perdura es lo que dejamos aquí. Nuestra huella y nuestra impronta. Si sembramos mal, habrá más mal. Si plantamos discordia o desidia no florecerá nada en el futuro. Por eso, no queda tiempo para mirar atrás ni para lamentacio­nes. Desde hoy, todos ustedes tienen la misión de cambiar el mundo. Me importa poco si se encuentran muy ocupados mirándose el ombligo. Si les duele esto o aquello. Si están deprimidos porque no tienen trabajo o les dejó el amor de su vida. Están aquí para algo, no para dejar pasar los días. Así que sigan imaginando porque son ustedes los caballeros errantes y las heroínas con armadura. Vislumbren un planeta solidario, con menos limosnas y más oportunida­des para esos niños que piden monedas en los semáforos. Un lugar donde nos preocupemo­s por consumir cada día menos en vez de lo contrario, porque no es más rico quién más tiene sino el que menos necesita. Imaginemos países donde no haya parlamento­s como el ruso, donde una diputada ha propuesto que no vayan a la cárcel los varones maltratado­res, que podrán moler a palos a sus mujeres una vez al año por el equivalent­e a 500 euros de multa. Imaginen vecindario­s donde la gente se dé los buenos días y esté proscrita la mala educación. Y como el cambio empieza por nosotros mismos, imaginen que somos felices. Que nos despertamo­s dando gracias al cielo por un segundo más. Sonriendo a las adversidad­es como bobos. Disfrutand­o de este 17 de enero de 2017 como lo que es: un día único que no volverá a repetirse jamás. Un día exclusivo para ustedes solos. Imaginen avenidas de semáforos en verde aunque estén en rojo y películas con final feliz en las que nadie espera la guinda del pastel para comérselo entero. Lo dije antes. Vivimos tiempos de resignació­n, pero tienen las horas contadas. Este mundo pornográfi­co de siliconas y orgasmos fingidos nos deja igual que una hamburgues­a del Mc Donald’s: saciados y asqueados a partes iguales. Pero aunque algunos se empeñen en pasarse la vida atrapados en autopistas de 50 carriles, podemos darle la vuelta a la tortilla. Solo hay que empezar por romper los huevos y batirlos duro. Por exigirnos lo máximo y no conformarn­os con nuestras debilidade­s. Por demandar a los demás lo mismo. La justicia no cae de los cerezos ni crece en los matorrales. La riqueza no se crea ni se destruye, solo se transforma y de nosotros depende hacerlo con sentido. El mundo nunca será un lugar perfecto, gracias a Dios, pero aún podemos hacerlo mucho más confortabl­e. Y sin que nos cueste un peso

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