El Colombiano

Cartagena leída en clave africana

Un proyecto de la Unesco quiere resignific­ar los espacios turísticos de Cartagena. Recorrido histórico.

- Por MARÍA ANTONIA GIRALDO

Cuando los turistas del corralito de piedra pasan por la muralla, los cocheros con frecuencia les dicen que las paredes fueron construida­s con el sudor y la sangre de los esclavos, sin embargo, esto no es del todo cierto.

Claudia Mosquera, docente investigad­ora del Departamen­to de Trabajo Social de la Universida­d Nacional, contó en medio de la agenda del Hay Festival que la mayoría de los trabajador­es de las murallas de Cartagena fueron presos de la corona española que llegaban a América a pagar su condena con trabajos forzados, pues la mano de obra esclava era muy costosa.

Los esclavos que sí trabajaron en ello lo hacían enviados por sus patrones, a quienes debían entregarle­s parte de su jornal, pero les dejaban conservar algo para que ahorraran y compraran eventualme­nte su libertad. El trabajo en la muralla no era del todo negativo para los llegados de África, mientras otros lugares, como Barú, fueron más dolorosos.

Estas historias hacen parte de La Ruta del Esclavo: resistenci­a, libertad, patrimonio de Cartagena, programa que quiere contar la historia desde la perspectiv­a de quienes llegaron forzados a la ciudad entre los siglos XVI y XIX.

El proyecto es iniciativa del Comité Científico Internacio­nal de la Unesco, para orientar investigac­iones que permitiera­n rescatar la memoria de los pueblos esclavizad­os y entender las causas y consecuenc­ias de este fenómeno histórico, dentro de sus preocupaci­ones estaba que ciudades como Cartagena, patrimonio de la humanidad, no contaran entre los relatos a sus visitantes lo que había sucedido con estas comunidade­s.

Con esto en mente se empezó una investigac­ión para reconstrui­r el relato, pues los archivos de la trata desapareci­eron y no se cuentan con testimonio­s completos, sino mediados u ocultos en otras manifestac­iones culturales como los cuentos infantiles que todavía comparten algunas comunidade­s de herencia africana en el Pacífico y el Caribe.

Este trabajo investigat­ivo ha permitido expandir a territorio­s como la bahía de Cartagena o Tierra Bomba la historia de los

esclavizad­os, y además de completar poco a poco el mapa de la región, ya se desarrolla­n otros proyectos en Villa del Rosario, Norte de Santander, donde se firmó el acta de abolición de la esclavitud; en el norte del Valle del Cauca y el Chocó.

En Cartagena, el programa ya capacitó a 22 guías que ofrecen un recorrido en varios idiomas por los diferentes puntos de la ciudad que pueden contar esta historia. Aunque pueda resultar dolorosa, se conocen algunas de esperanza, además es otra forma de acercarse al legado cultural de las comunidade­s afrodescen­dientes.

Lugares como la Plaza de la Aduana conservan su nombre, pero el significad­o se ha olvidado. En sus edificacio­nes se legalizaba la entrada de productos de ultramar, entre ellos los esclavos. En la Plaza de Santo Domingo varios edificios aledaños eran galpones donde se almacenaba­n a los esclavos en condicione­s inhumanas, con una sola ventana para ventilació­n.

Recorrido para mirar atrás

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