El Colombiano

Renacen los carros icónicos del

El garaje de Andrés Quirola se está convirtien­do en un museo de aquellos vehículos de películas y TV que fueron la infancia de muchos.

- Por JUAN DAVID UMAÑA GALLEGO

En un garaje de Guayaquil, Ecuador, conviven tres grandes vehículos de la historia del cine y la televisión.

Kitt, inseparabl­e amigo de Michael en El Auto Fantástico; El Batimóvil, compañero de innumerabl­es batallas con Batman y Eleanor, y el famoso Shelby GT 500 del filme 60 segundos son parte de la colección que Andrés Quirola ha fabricado por su amor a las cuatro ruedas y una infancia llena de automóvile­s.

La historia

Andrés cuenta que como fiel miembro de la generación X se pasaba reforzando cada año en el colegio y el castigo era ayudar a su papá y hermano a poner a punto el carro con el que el segundo corría rallys.

“Me levantaban a las 6:00 a.m. para ayudarles. Por esa época a mis 15 años lo odiaba pues eran mis vacaciones y me levantaban para ir al taller”, precisa Andrés.

Sin embargo, ya con ese gusto que nació por la mecánica y los autos durante esas madrugadas y después de pasar por la universida­d, decidió crear su taller, que en un principio apoyaba a una empresa en temas de metalurgia y mecánica, pero que luego se convirtió en su fábrica de sueños.

“El primer carro que transformé fue un Mitsubishi Lancer del 96 el cual luego del trabajo quedó como un Evo 6, que es la misma estructura del Lancer pero en su versión rally. Después transformé otros vehículos como un Dodge Challenger modelo 77 y una Nissan Pathfinder llegando así al primer vehículo de película: el Mustang Fastback del 67, que luego se

convertirí­a en Eleanor”.

Así empezó esas ganas de crear réplicas de esos autos icónicos. Por ello, llegó luego Kitt, al que ya se le transformó en su parte externa y van por la interna.

De allí le siguió el Batimóvil, sue- ño de infancia de Quirola que no lo dejó dormir, pues fueron cuatro meses de labores sin descanso. Días de oler soldadura de sol a sol, indica su dueño.

Y en este momento se encuentra con su última obsesión: la Máquina del Tiempo, el Delorean, tal vez el auto más famoso del cine. Un carro en el que lleva cinco meses de fabricació­n.

“La idea que tengo es armar un evento en Machala, ciudad fronteriza con Perú, para exhibir allí todos mis juguetes”, dice Andrés.

Así que eso que empezó como un castigo para Andrés, las madrugadas ayudándole a su hermano a mejorar su carro de rally, se convirtió en su compañía DMQ (División Mecánica Quirola).

Una empresa que no solo transforma vehículos sino que da vida a la historia del cine y la televisión

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FOTOS CORTESÍA DMQ

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