El Colombiano

La aventura de explorar el fin del mundo

Recorrido por la Patagonia, considerad­a como la octava maravilla del mundo.

- Por GUSTAVO GALLO MACHADO Puerto Natales, Chile*

En el fin del mundo hay cóndores que se levantan majestuoso­s en los picos blancos de las montañas. Allá abajo, muy al sur, donde el frío de invierno golpea los huesos y el calor del verano tibia los corazones, también se ven pumas que presurosos persiguen a los guanacos para saciar el hambre.

Es la Patagonia, la chilena, en la que se levantan los cuernos del Paine, en el parque nacional Torres del Paine que fue creado en 1959 y declarado reserva de la biósfera por la Unesco en 1978.

En las 242.242 hectáreas, es fácil asombrarse con los paisajes. En Puerto Natales, una de las ciudades más al sur de Chile, basta con caminar unas cuadras hasta el muelle, para maravillar­se con las imponentes montañas nevadas y los lagos verde azules.

¿Qué tiene de atractivo perderse por un lugar aparta- do del resto del mundo? Ese es justamente el encanto que tiene la Patagonia, que está alejada de todo y que pese a la incidencia del cambio climático, todavía conserva buena parte de su riqueza natural.

Juan Erices Aguilera, un joven que hace cinco años decidió dejar el bullicio y la vida agitada de Santiago para irse a vivir a Puerto Natales, dice que desde el primer día que llegó a la Patagonia se enamoró de su gente, de la tranquilid­ad, de los pumas que vio en su primera aventura por las Torres del Paine, de los cóndores que se animó a contar en un programa de conservaci­ón que tienen las autoridade­s chilenas, de los ñandúes que picotean por las planicies y de los guanacos que corren con sus crías y que le dan virtuosida­d a las laderas, esto sin contar las docenas de zorros que pasan raudos por las vías, o los huemules, otra especie en riesgo de extinción que también habita este territorio.

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