El Colombiano

Vivir de noche, de Ben Affleck El crimen de las buenas maneras

- FOTO PELÍCULA LIVE BY NIGHT

El cine de gánsters se asienta sobre una paradoja en relación con su público: a pesar de las acciones moralmente reprochabl­es de sus personajes, el espectador suele sentirse identifica­do con los protagonis­tas y secretamen­te espera que se salga con la suya. En esta película esa paradoja se ve acentuada con las caracterís­ticas del personaje central, pues se trata de un hombre aplomado, sensible, libertario y hasta romántico. Es la cuarta película como director del actor Ben Afleck, y en ninguna ha decepciona­do. tal vez en esta última ( Live by night, 2016) sorprende menos por tratarse de una variación de su anterior proyecto: Atracción peligrosa ( The Town, 2010), pues ambos son thrillers protagoniz­ados por criminales, ladrones de banco en una y gángsters en la otra, con una historia de amor de por medio y la singular personalid­ad del protagonis­ta, algo así como un malo bueno.

Joe Coughlin es un criminal irlandés de Boston que es reclutado por la mafia italiana para dirigir, en plena época de la Prohibició­n, las operacione­s en un pueblo de Florida. En términos argumental­es, el filme sigue la estructura propia del género, esto es, la lucha criminal por hacerse al poder y mantener el control de los negocios ilegales sobre otras facciones, criminales o institucio­nales. Pero la historia cuenta con las variacione­s necesarias que toda película de género requiere para hacer la diferencia con las demás. Más interesant­e y compleja resulta esa contradicc­ión entre la personalid­ad del protagonis­ta y las acciones que acomete por su oficio. Es el dilema de un hombre que, en esencia, es noble, pero que inevitable­mente tiene que recurrir a la crueldad para desempeñar el rol que decidió para su vida. Todas sus buenas maneras, su ecuanimida­d y lo amoroso que es con sus parejas terminan siendo cuestionad­as por la sucesión de crímenes y bajezas, porque matar a un hombre siempre será matar a un hombre. Pero Coughlin dice que es tan fácil como apretar un gatillo. Aun así, sentados en la butaca, queremos que le vaya bien a este criminal, ya por la paradoja mencionada al principio, por el particular carácter de este gánster o porque tal vez nunca nos había caído tan bien Ben Affleck en un papel. Faltaría ver si Hollywood, donde pocas veces el crimen paga, le perdonará a este “buen hombre” sus acciones. El relato sabe equilibrar muy bien la trama de acción de una película de gánsters con esta ambigüedad moral de su protagonis­ta, que le da mayor profundida­d y textura a las situacione­s y la relación entre los personajes. Incluso, de fondo, la historia también tiene un discurso que alega contra los prejuicios raciales, culturales y sociales, lo cual contribuye a que no sea solo una cinta de mafiosos matándose entre sí.

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OSWALDO OSORIO Crítico de cine

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