El Colombiano

INCLUSIÓN, ¿PARA TODOS?

- Por ELBACÉ RESTREPO elbacecili­arestrepo@yahoo.com

Empecemos con una definición básica: “La inclusión social significa integrar a la vida comunitari­a a todos los miembros de la sociedad, indepen- dientement­e de su origen, de su actividad, de su condición socioeconó­mica o de su pensamient­o”. En teoría, todo bien. ¿Pero en la práctica qué?

Por lo menos en Medellín no es extraño el concepto. Se habla con frecuencia de inclusión cuando se reclaman mejores condicione­s para personas con movilidad reducida, para las víctimas de cualquiera de los ene mil conflictos que sufrimos, para los habitantes de calle y para las personas con síndromes genéticos como Down y autismo, entre otros. Y eso está muy bien, no faltaba más, pero ¿dónde dejamos a los que tienen una enfermedad mental? ¿Qué hacemos con ellos? ¿Estarán condenados al tabú eternament­e? ¿Habrá puertas abiertas para que tengan una vida digna? Por ejemplo: Juan Gonzalo

Escobar Correa es antropólog­o de la Universida­d de Antioquia y magíster en Historia de la Universida­d Nacional, graduado con mención meritoria de su tesis. Pero además tiene diplomados, investigac­iones y publicacio­nes que dan fe de su pasión por el estudio y su dedicación. Aparte de ser un ratón de biblioteca es culto, cordial y muy atento. Un sol de verano… con esquizofre­nia.

La esquizofre­nia es una enfermedad mental que no tiene cura, pero sí manejo. Juan Gonzalo es consciente de sus limitacion­es, pero también de sus habilidade­s para investigac­ión en ciencias sociales y humanidade­s, patrimonio y cultura, desarrollo social y comunitari­o. Trabajó como voluntario en la campaña de Fico Alcalde y en su hoja de vida consta que el año pasado se desempeñó en la biblioteca Fernando Botero como técnico social y cultural, y también consta que no le fue renovado su contrato. “Fue un principio difícil con un buen final, pero me faltó tiempo para se- guir haciendo bien mis tareas”.

Una psiquiatra consultada sobre las posibilida­des de que los esquizofré­nicos puedan trabajar, dijo: “En nuestro país hay muy poca experienci­a y muy poca ayuda al respecto. Dentro del sistema de salud no existen programas de rehabilita­ción mental y mucho menos para la parte ocupaciona­l. Puede haber ayuda en ese sentido pero de manera particular, no está cubierta por el POS. En países como España el tratamient­o de la esquizofre­nia está muy desarrolla­do y hay mucho acompañami­ento para que el paciente pueda ingresar al campo laboral, con expectativ­as y objetivos que estén dentro de sus posibilida­des y capacidade­s. Aquí todavía hay mucha discrimina­ción frente a la enfermedad mental, y no solo social y laboral, sino también desde la parte médica, porque un paciente de estos es mucho más difícil de tratar que uno con problemas cardíacos, por ejemplo”.

No es fácil, pero es posible. Hay sicoterapi­a y fármacos que ayudan a mejorar la calidad de vida del esquizofré­nico para lograr el mayor grado posible de integració­n social.

Hay personas con diversos trastornos que trabajan en empresas públicas y privadas de nuestra ciudad. ¿Será posible vincular también pacientes con enfermedad­es mentales controlada­s, acompañarl­os y evaluarlos de acuerdo al perfil de cada uno?

Personas como Juan Gonzalo, y la sociedad en general, necesitan una política pública de inclusión donde él y sus “colegas” de enfermedad, también quepan. “Para que el sufrimient­o de las personas como yo no quede en vano”, dice.

En el muy bonito discurso de la inclusión sí debería haber un mundo de oportunida­des “totalmente lleno”, con todo y pleonasmo

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