LA VERDADERA FELICIDAD
Con el Discurso de las Bienaventuranzas (Mateo 5, 1-12) comienza el llamado Sermón del Monte, un compendio de las enseñanzas de Jesús que abarca los capítulos 5 al 7 del primer Evangelio.
La mayor aspiración del ser humano es la felicidad, pero muchos no la buscan donde está verdaderamente. Cuando el profeta Sofonías (2,3;3,12-13) clama “busquen al Señor”, está diciendo que la auténtica felicidad, consistente en la paz interior, solo puede encontrarse en Dios. La referencia que hace este profeta al día de la ira del Señor, es una forma simbólica de expresar el final desgraciado de quienes se alejaron de Dios dejándose llevar por ansias de riqueza y poder. Y cuando habla del resto, se refiere a quienes permanecen fieles a Dios sin contagiarse de las ambiciones que arrastran a la idolatría y a la injusticia, y así pueden vivir con la tranquilidad que da la paz interior.
Doce siglos antes Moisés había recibido los diez mandamientos en el monte Sinaí; ahora Jesús propone una nueva ley que, sin negarlos, va más allá y se centra en actitudes vitales. Por eso llama felices a los pobres en el espíritu -quienes ponen su confianza en Dios en lugar de dejarse esclavizar por el apego a lo material-; a quienes no se muestran prepotentes; a quienes asumen el sufrimiento con paciencia; a quienes anhelan la justicia y obran compasivamente dispuestos a perdonar; a quienes ven y tratan a los demás con intenciones rectas; a quienes buscan la paz y son incomprendidos o perseguidos por practicar la justicia.
El programa que Jesús propone va en contravía de los valores que proclama e impone la mentalidad propia de este mundo. Dios “ha escogido lo débil del mundo para confundir lo fuerte” (1 Corintios 1, 26-31).
Según los criterios del mundo, este solo lo conquistan quienes pisan fuerte como el monstruo de la canción (“Solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente”). En cambio, según la lógica de Jesús, son los que trabajan humildemente por la paz sobre la base de la justicia social, con espíritu de compasión y benevolencia, los que alcanzan la verdadera felicidad
El programa que Jesús propone va en contravía de los valores que proclama e impone la mentalidad propia de este mundo. Dios “ha escogido lo débil del mundo para confundir lo fuerte”.