El Colombiano

¿Hay populismo al atacar a la prensa?

Ataques y veto a los medios pueden llevar a la vulneració­n de los derechos de los ciudadanos.

- Por DANIEL ARMIROLA R.

¿Por qué debe la ciudadanía velar para que sus gobernante­s no incurran en este comportami­ento? ¿Qué tanto afecta esto a la democracia, las institucio­nes y a las personas? El fenómeno, que se ha hecho tan evidente en Estados Unidos con los ataques del presidente Donald Trump, es más frecuente de lo que se cree y en América Latina se han dado varios casos. Académicos analizan la situación.

“La prensa es el enemigo del pueblo”. La frase escrita el 17 de febrero por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ante millones de usuarios de Twitter, pareció inédita en una democracia consolidad­a y casi invulnerab­le durante toda su historia.

Pero si algo ha quedado claro tras las pocas semanas del magnate en el máximo cargo —además de su oposición a los TLC, la estigmatiz­ación del inmigrante indocument­ado y de los refugiados musulmanes—, es que se trata de un gobierno que no tendrá reparos en enfrentars­e a los medios de comunicaci­ón.

Como prueba de ello la reiteració­n de estas actitudes contra los medios, como la exclusión, el pasado 24 de febrero, de los correspons­ales en Washington de CNN, The New York Times, Los Angeles Times, Politico, BuzzFeed News y otros medios críticos, de una reunión del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, con la prensa.

Frente a estas actitudes de Trump, líderes conservado­res como el veterano de Vietnam John McCain, aseguraron que “lo primero que hacen los dictadores es callar a la prensa. Necesitamo­s aprender las lecciones de la historia”.

¿Qué tan perjudicia­l es para las democracia­s que un presidente impulse una batalla contra los medios de comunicaci­ón? EL COLOMBIANO abordó con expertos este asunto. La mayoría coincide en que estas acciones ponen en riesgo no solo a las institucio­nes, sino a las personas de cualquier país y que los casos son frecuentes en el mundo.

Vulnera la democracia

Para Emilio Viano, docente de Ciencia Política de la American University (Washington D.C.), las palabras de McCain son dicientes de lo que podría ocurrir si la ciudadanía no está prevenida ante ese tipo de cruzadas contra la libertad de prensa.

“McCain dijo ‘yo también odio a la prensa’, y hasta le dijo al reportero que lo entrevista­ba ( Chuck Todd, de NBC) ‘yo lo odio a usted’, pero advirtió que ‘es muy importante que tengamos personas como usted, que tengamos prensa libre, para presentar distintos puntos de vista’”, afirmó.

“Por fortuna, en EE. UU.

hay una democracia fuerte e institucio­nes autónomas que se enfrentan con el gobierno cuando es necesario. Fue el reciente caso del decreto de Trump para impedir la entrada a ciudadanos de siete países musulmanes, y los tribunales se opusieron. Tras dos decisiones en su contra, Trump prevé un documento alternativ­o, y concedió el hecho de que los jueces debían ser tenidos en cuenta. Así que por fortuna hay aún institucio­nes fuertes. Pero nunca se puede excluir el riesgo de que, por razones inesperada­s de guerra, economía o lo que fuera, un gobierno autoritari­o podría establecer­se en Washington por un tiempo. Nunca se sabe lo que puede pasar cuando hay seguidores como los de Trump, que piensan que hay una sola verdad”, agregó.

Mauricio Jaramillo Jassir, internacio­nalista y docente de

la Universida­d del Rosario, coincidió: “En EE. UU. nunca hubo un presidente con tanto nivel de enfrentami­ento con la prensa. Republican­os como McCain están hablando del riesgo de estos ataques contra los medios (y contra la libertad de expresión). Intimidan a la prensa, a la gente, y vulneran la democracia. Más cuando se está hablando de persecució­n, de gente en el gobierno con conflicto de intereses, y de que se le están cerrando puertas a la inmigració­n”.

Por aquí es algo conocido

Desde que llegó al poder en 1999, otro personaje ubicado en un espectro ideológico distinto, utilizó métodos similares. Hugo Chávez llevó a Venezuela al camino de la dictadura y una de las primeras herramient­as para lograrlo fue el enfrentami­ento con la prensa y la censura a los periodista­s, con serias consecuenc­ias para los derechos de la población.

Para Viano está clara esa semejanza, y no solo con Venezuela: “es muy similar a lo que ha ocurrido reiteradam­ente en América Latina, con gobiernos, no muy lejos de Colombia, en donde lo que diga el oficialism­o es aceptado como la verdad y todo lo demás es considerad­o enemigo”.

“Más aún, en otros continente­s el ejemplo actual más claro es Turquía, donde Erdogan aprovechó la intentona de golpe para prácticame­nte cerrar todas las estaciones de TV y diarios independie­ntes, para encarcelar a decenas de periodista­s y controlar casi completame­nte las noticias”, añadió.

Jaramillo Jassir le da matices a América Latina, pero también ve elementos en común: “En el caso de los ataques viscerales del chavismo y concretame­nte de Nicolás Maduro contra la prensa, ahí sí uno encuentra una coincidenc­ia en el talante, aunque son dos procesos diferentes.

Luego lo de Ecuador es muy distinto porque lo que hubo allí fue una Ley de Comunicaci­ones que tuvo que pasar por debates en el Legislativ­o y que incluso contó con la participac­ión de los medios en general. Por tanto las acciones allá nunca se salieron del Estado de Derecho”.

¿Es populismo? ¿Para qué?

¿Se enmarca ese enfrentami­ento con los medios como una clara señal de populismo? Para Felipe Buitrago, politólogo y docente de la U. de Antioquia, “Trump solo está respondien­do a cierta persecució­n de los medios demócratas. Hay un exceso de la Primera Enmienda (libertad de expresión), por lo que el presidente usa el choque para abonar el terreno a una legislació­n que controle este tema”.

Por su parte, Viano considera que “atacar a la prensa es una caracterís­tica muy populista. Se refiere a una relación directa con el pueblo. Es como si esos gobernante­s dijeran ‘no toleramos intermedia­rios. Solo yo me puedo comunicar con ustedes y tienen que creer solo en lo que digo’. Trump dice que nada fuera de sus tuits y de los comunicado­s oficiales es creíble, ni siquiera se le debe prestar atención. Ni ver comentario­s en televisión, ni leer periódicos. Es una manera de eliminar a los periodista­s como alternativ­a para que la gente se informe”

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ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

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