¿Hay populismo al atacar a la prensa?
Ataques y veto a los medios pueden llevar a la vulneración de los derechos de los ciudadanos.
¿Por qué debe la ciudadanía velar para que sus gobernantes no incurran en este comportamiento? ¿Qué tanto afecta esto a la democracia, las instituciones y a las personas? El fenómeno, que se ha hecho tan evidente en Estados Unidos con los ataques del presidente Donald Trump, es más frecuente de lo que se cree y en América Latina se han dado varios casos. Académicos analizan la situación.
“La prensa es el enemigo del pueblo”. La frase escrita el 17 de febrero por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ante millones de usuarios de Twitter, pareció inédita en una democracia consolidada y casi invulnerable durante toda su historia.
Pero si algo ha quedado claro tras las pocas semanas del magnate en el máximo cargo —además de su oposición a los TLC, la estigmatización del inmigrante indocumentado y de los refugiados musulmanes—, es que se trata de un gobierno que no tendrá reparos en enfrentarse a los medios de comunicación.
Como prueba de ello la reiteración de estas actitudes contra los medios, como la exclusión, el pasado 24 de febrero, de los corresponsales en Washington de CNN, The New York Times, Los Angeles Times, Politico, BuzzFeed News y otros medios críticos, de una reunión del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, con la prensa.
Frente a estas actitudes de Trump, líderes conservadores como el veterano de Vietnam John McCain, aseguraron que “lo primero que hacen los dictadores es callar a la prensa. Necesitamos aprender las lecciones de la historia”.
¿Qué tan perjudicial es para las democracias que un presidente impulse una batalla contra los medios de comunicación? EL COLOMBIANO abordó con expertos este asunto. La mayoría coincide en que estas acciones ponen en riesgo no solo a las instituciones, sino a las personas de cualquier país y que los casos son frecuentes en el mundo.
Vulnera la democracia
Para Emilio Viano, docente de Ciencia Política de la American University (Washington D.C.), las palabras de McCain son dicientes de lo que podría ocurrir si la ciudadanía no está prevenida ante ese tipo de cruzadas contra la libertad de prensa.
“McCain dijo ‘yo también odio a la prensa’, y hasta le dijo al reportero que lo entrevistaba ( Chuck Todd, de NBC) ‘yo lo odio a usted’, pero advirtió que ‘es muy importante que tengamos personas como usted, que tengamos prensa libre, para presentar distintos puntos de vista’”, afirmó.
“Por fortuna, en EE. UU.
hay una democracia fuerte e instituciones autónomas que se enfrentan con el gobierno cuando es necesario. Fue el reciente caso del decreto de Trump para impedir la entrada a ciudadanos de siete países musulmanes, y los tribunales se opusieron. Tras dos decisiones en su contra, Trump prevé un documento alternativo, y concedió el hecho de que los jueces debían ser tenidos en cuenta. Así que por fortuna hay aún instituciones fuertes. Pero nunca se puede excluir el riesgo de que, por razones inesperadas de guerra, economía o lo que fuera, un gobierno autoritario podría establecerse en Washington por un tiempo. Nunca se sabe lo que puede pasar cuando hay seguidores como los de Trump, que piensan que hay una sola verdad”, agregó.
Mauricio Jaramillo Jassir, internacionalista y docente de
la Universidad del Rosario, coincidió: “En EE. UU. nunca hubo un presidente con tanto nivel de enfrentamiento con la prensa. Republicanos como McCain están hablando del riesgo de estos ataques contra los medios (y contra la libertad de expresión). Intimidan a la prensa, a la gente, y vulneran la democracia. Más cuando se está hablando de persecución, de gente en el gobierno con conflicto de intereses, y de que se le están cerrando puertas a la inmigración”.
Por aquí es algo conocido
Desde que llegó al poder en 1999, otro personaje ubicado en un espectro ideológico distinto, utilizó métodos similares. Hugo Chávez llevó a Venezuela al camino de la dictadura y una de las primeras herramientas para lograrlo fue el enfrentamiento con la prensa y la censura a los periodistas, con serias consecuencias para los derechos de la población.
Para Viano está clara esa semejanza, y no solo con Venezuela: “es muy similar a lo que ha ocurrido reiteradamente en América Latina, con gobiernos, no muy lejos de Colombia, en donde lo que diga el oficialismo es aceptado como la verdad y todo lo demás es considerado enemigo”.
“Más aún, en otros continentes el ejemplo actual más claro es Turquía, donde Erdogan aprovechó la intentona de golpe para prácticamente cerrar todas las estaciones de TV y diarios independientes, para encarcelar a decenas de periodistas y controlar casi completamente las noticias”, añadió.
Jaramillo Jassir le da matices a América Latina, pero también ve elementos en común: “En el caso de los ataques viscerales del chavismo y concretamente de Nicolás Maduro contra la prensa, ahí sí uno encuentra una coincidencia en el talante, aunque son dos procesos diferentes.
Luego lo de Ecuador es muy distinto porque lo que hubo allí fue una Ley de Comunicaciones que tuvo que pasar por debates en el Legislativo y que incluso contó con la participación de los medios en general. Por tanto las acciones allá nunca se salieron del Estado de Derecho”.
¿Es populismo? ¿Para qué?
¿Se enmarca ese enfrentamiento con los medios como una clara señal de populismo? Para Felipe Buitrago, politólogo y docente de la U. de Antioquia, “Trump solo está respondiendo a cierta persecución de los medios demócratas. Hay un exceso de la Primera Enmienda (libertad de expresión), por lo que el presidente usa el choque para abonar el terreno a una legislación que controle este tema”.
Por su parte, Viano considera que “atacar a la prensa es una característica muy populista. Se refiere a una relación directa con el pueblo. Es como si esos gobernantes dijeran ‘no toleramos intermediarios. Solo yo me puedo comunicar con ustedes y tienen que creer solo en lo que digo’. Trump dice que nada fuera de sus tuits y de los comunicados oficiales es creíble, ni siquiera se le debe prestar atención. Ni ver comentarios en televisión, ni leer periódicos. Es una manera de eliminar a los periodistas como alternativa para que la gente se informe”