EL ORGULLO DE SER ÁRBITRO
Y es que mientras unos anhelan ser parte del espectáculo, ellos solo quieren que la función salga bien. No desean ser los protagonistas, pero sí tener una actuación estelar. No son los villanos, ni tampoco los héroes, pero sí son el mejor ejemplo de entereza y amor por lo que se hace. Así son los árbitros, en medio de una cancha, lugar que los inspira a creer y los hace soñar sin límite, porque es justo allí, donde en medio de la tormenta, ellos encuentran paz.
Y me refiero a aquella paz que brinda la satisfacción de hacer las cosas bien, de brindar lo mejor de cada uno y de saber sacar un partido adelante, sin importar cuántos insultos reciben de la tribuna, porque sin duda alguna, al final del día, la satisfacción de haber corrido y dirigido bien, es la mejor retribución a tantas horas de entreno y de estudio, y hace que se aplique el famoso dicho “a palabras necias, oídos sordos”.
Y es que no cualquiera tiene la valentía, la vocación y el carácter para ejercer esta profesión, porque nos hemos llenado de prejuicios y de orgullo al decir que ¡todos son malos!, olvidando que ellos también son humanos, y que, por defecto, no somos perfectos, o acaso, ¿quién no se ha equivocado en su vida? Lo invito a que lance la primera piedra, aunque tengo la seguridad de que hoy cada uno carga un costalado lleno de ellas.
Hoy, te invito para que mires más allá de lo que eliges ver, porque mientras tú hoy te levantas a estudiar cálculo o redacción, ellos se preparan físicamente y repasan las faltas y conductas incorrectas inscritas en el numeral 12 de las Reglas de Juego.
Deja de decirle a aquel que se decidió, con cara de desa- grado, ¡tan maluco ser árbitro! Más bien, impúlsalo a que sea el mejor, porque a pesar de que sea el hombre vestido de negro, en medio de 22 jugadores y la colorida fiesta que genera el fútbol, es el único con la autoridad de darle vida con su pitazo inicial, aquel que les sacó roja a los estigmas, les dio ventaja a sus metas y otorgó el mejor de los goles: SER ÁRBITRO
Ellos solo quieren que la función salga bien. No desean ser los protagonistas.