ANÁLISIS Maras y bandas, enemigos reales de las sociedades
Las maras en El Salvador y las bandas en el Valle de Aburrá, subregión de Antioquia, Colombia, tienen muchas similitudes por la forma de actuar en territorios urbanos donde cogobiernan: ambas tienen control territorial en el que imponen sus normas y prohibe el acceso a personas ajenas a ese territorio, que de hacerlo, conllevaría a la muerte por cruzar fronteras invisibles; cobran “impuestos” -llamados “vacunas” en Medellín-, trafican droga, prestan servicios de seguridad y protección que terminan siendo útiles al modelo de seguridad urbano, y cuentan con nómina paralela en un sector de la institucionalidad que les da protección. El crimen urbano en San Salvador y el Valle de Aburrá se ha fortalecido por el respaldo del crimen transnacional que las potencia permanentemente, y los lazos que han construido con empresarios y políticos, quienes se sirven de su poder armado y territorial para garantizar permanencia en zonas donde controlan, que es la mayor parte de territorios urbanos de ambas ciudades. Las maras se expanden y crecen después de la guerra civil en El Salvador. Allí no hubo posconflicto, solo un posacuerdo que sirvió para insertar en la vida institucional del país a la guerrilla, pero un nuevo enemigo emergió para desestabilizar la sociedad y el Estado salvadoreño, pareciera que igual futuro tendrá Colombia, llegará el posacuerdo pero no el posconflicto. La paz será más rural que urbana, el crimen urbano será uno de los nuevos enemigos de la sociedad y el Estado colombiano. ¿Por qué no hubo posconflicto? La respuesta es porque no hubo una reparación integral que llevara una verdadera solución a los problemas de la población: pobreza, acceso a educación, salud y a una mínima calidad de vida. El Salvador ha vivido una amarga experiencia después de la firma de los acuerdos entre la insurgencia del Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno: la paz no fue completa. Colombia no ha querido aprender de esa experiencia. ¿Será que vivirá una situación parecida a El Salvador? Pareciera que sí, porque en últimas maras y bandas terminan siendo lo mismo; grupos con poder militar, territorial y económico en lo urbano, amparadas por un sector del Estado que no le interesa perder ese poder criminal.