El Colombiano

A RECOBRAR LO ROBADO

- Por CRISTINA DE TORO R. cdetoro@hotmail.com

Si en algún momento de la historia de Colombia el pueblo ha tenido razones para volcarse a las calles, es ahora.

Por eso, el sábado 1 de abril vamos a salir, de acuerdo con las normas que nos asisten, a reclamar lo que nos pertenece, lo que ganamos en las urnas y que de la manera más descarada y artera nos robaron: ¡el resultado del plebiscito!

Vamos a exhortar el acatamient­o a la decisión del pueblo soberano.

Le dejaremos saber al señor Juan Manuel Santos, que por más premio Nobel de Paz que él sea, para nosotros (la gran mayoría de colombiano­s, tal como reflejan las encuestas), él sigue siendo ese gobernante anodino, desleal y tramposo, que no ha hecho más que abusar del poder.

Que los colombiano­s rechazamos la vileza con la que engañó a los diferentes representa­ntes del NO, quienes de manera gallarda, diligente y responsabl­e, se presentaro­n a ofrecer, tal como lo habían planteado reiteradam­ente, modificaci­ones que condujeran a un gran Acuerdo Nacional.

Le notificare­mos que con el pueblo colombiano no se juega, que somos una fuerza viva y activa que está dispuesta a hacer respetar lo que honradamen­te consiguió en las urnas y que va a hacer lo que esté a su alcance para reverencia­r la dignidad nacional.

Así mismo, haremos que la comunidad internacio­nal vea con sus propios ojos, cuál es nuestro sentir, cuál es nuestra realidad. Que se dé cuenta, de una vez por todas, de nuestra inconformi­dad con el presidente Santos. Que sepan que ese individuo excelso, al que tantas venias y tantos galardones han concedido, no es más que es un falso vendedor de ilusiones y que a ellos, igual que a nosotros, engatusó con destreza.

Sí. Que el mundo entero conozca el concepto que de él tenemos. Que sepa quién es ese “prohombre”, que a costillas nuestras, ha recorrido el mundo (con toda la familia, además), “vendiendo” un acuerdo de paz que no existe, porque el pueblo no lo acepta, tal como dejó constancia el pasado 2 de octubre. Y no porque no quiera la paz, sino porque no admite que para conseguirl­a, deba renunciar a la democracia, abrirle las puertas al socialismo y permitir que los narcoterro­ristas de las Farc, criminales de la peor laya, pasen, sin siquiera encarar la justicia, a regir nuestro destino.

Igualmente, advertimos que más se va a demorar el Congreso elaborando y aprobando vía “fast track”, esas peligrosas invencione­s de la tal JEP (Justicia Especial para la Paz), y del “blindaje para los Acuerdos de La Habana”, que en salir nosotros a recoger firmas para derogar esos actos legislativ­os, porque estamos resueltos a echar mano de cuanto mecanismo nos brinda nuestra democracia, para no dejarnos embutir esos malhadados acuerdos y, menos aún, permitir que hagan parte de nuestra Carta Magna.

Un presidente con una aprobación del 19 por ciento y un puñado de congresist­as corruptos, no pueden pasar por encima de 48 millones de colombiano­s para entregar el país a seis o siete mil bandidos.

Vamos a salir a la calle a reclamar lo que nos pertenece, antes de que sea demasiado tarde.

P.S. ¿Dónde están los niños que las Farc “reclutaron”?

El sábado 1 de abril vamos a salir a reclamar lo que nos pertenece, lo que ganamos en las urnas y que de la manera más descarada y artera nos robaron: ¡el resultado del plebiscito!

Que la comunidad internacio­nal sepa que ese individuo excelso, al que tantas venias y galardones han concedido, no es más que un falso vendedor de ilusiones.

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