SOBRE AIRES ENRARECIDOS
Estación Bocanada, donde se aspira y se expira, se abre la boca y se cierra, los ojos se hinchan y se desorbitan, se traga y se bota, se dice y se calla, se engorda y se enflaquece, se habla y se silencia. Y podría seguir con el inventario de la producción de humo y cortinas de humo, de normas violentadas y cadenas de asuntos que van de mal a peor, pues en lugar de curar la enfermedad se la engorda con más males. Y en este ambiente endiablado (los demonios abundan y contaminan más), se respiran aires raros, unos de productos químicos y otros políticos, que esto de la contaminación no solo es lo que daña el sistema pulmonar y el nervioso sino también lo que proviene de la corrupción y el mal gobierno que, en estas tierras tan contaminadas y coloridas, crían flores del mal (tan de Baudelaire) que crecen en desorden, trepan puestos, entran prometiendo y salen sin cumplir, se muestran como soluciones y desaparecen dejando el problema. Y en este aire enrarecido, volteando la cara, nada pasa.
El problema de la contaminación (que ahora usa el tecnicismo de partículas móviles) ya no es solo una emergencia ambiental (un eufemismo) sino una constante creciente de gases y desperdicios que crece los índices de enfermos pulmonares y gente con problemas mentales, sin que pareciera importar o se creyera que, dando largas, el problema desaparece, como enseña la posverdad, que sería esa verdad a la que se le impide que llegue y, mientras tanto, se le cubre el vacío con mentiras. Y así lo contaminante no desaparece ni se disuelve, sino que se multiplica en el aire y en las tierras, en la sangre y en el agua, debido a la ineficiencia de los controladores ambientales, las autoridades de movilidad y la falta de normas precisas de cre- cimiento urbano (vertical y horizontal) en espacios habitables y públicos, con árboles.
De aires enrarecidos estamos llenos (o mejor, la bolsa llamada ciudad está llena) y entran donde lo humano peligra: en la salud y el tipo de vivienda, en la educación y la practicidad manual, en la inteligencia para resolver problemas complejos y la razón que da el entendimiento, en las creencias fundamentales para tener una identidad y en la moral necesaria para que podamos existir como entidades de encuentro. Si lo humano falla, falla el resto, y aparece el pensamiento ineficaz, que es un de- lirio que señala y no hace, que se altera y no entiende. Y en esto de pensar en desorden, creamos desorden, imaginamos desorden y el desorden se crece en más aires enrarecidos, si no venenosos, que aumentan la temperatura, producen lluvias ácidas, niegan el paisaje y aparece la corrupción. Y un peatón bronquítico.
Acotación: Lo que sucede se lo debemos a la crianza que tuvimos y a la educación recibida, que nunca vieron al otro ni al país (su geografía) ni las mentiras de la historia. Y que consideró el humanismo como un relleno, lo que lleva a que ahora estemos viviendo en una especie de relleno sanitario y pensando de igual manera. La posverdad continuada, creo yo
Si lo humano falla, falla el resto, y aparece el pensamiento ineficaz.