El Colombiano

13 años después, San José de la Montaña registra un homicidio.

San José de la Montaña, ejemplo de convivenci­a, amaneció el domingo con una muerte violenta.

- Por DIEGO ZAMBRANO BENAVIDES JULIO CÉSAR HERRERA

El 4 de marzo anterior se cumplieron 13 años sin registros de muertes violentas en el municipio de San José de la Montaña, Norte antioqueño. Pero en la madrugada del pasado domingo, la envidiable marca del pueblo se fue al traste con el asesinato de Eider Henao Betancur, un campesino de 32 años.

La última vez que el municipio se estremeció por un homicidio fue el 4 de marzo de 2004. En aquella fecha, el comerciant­e Hildebrand­o Velásquez se negó a ser extorsiona­do, entonces fue secuestrad­o por el Bloque Norocciden­te de las Autodefens­as Unidas de Colombia (AUC), que luego de saquear su tienda de abarrotes lo asesinó a sangre fría a escasos dos kilómetros del pueblo. Tenía 40 años.

Según los indicios de las autoridade­s, Eider, la nueva víctima de la violencia en más de una década, habría salido de su casa a ordeñar vacas en la madrugada del domingo, y poco después sería trasladado al E.S.E. Hospital Laureano Pino, donde murió a causa de las heridas de arma cortopunza­nte en su cuerpo.

Se desconocen las razones

Los motivos de la agresión son materia de investigac­ión; sin embargo, tanto el alcalde Alexánder Yepes, como la Parroquia del municipio descartan que el hecho esté relacionad­o con el conflicto armado o el crimen organizado.

“No es un tema que tenga que ver con bandas criminales, ni mucho menos con narcotráfi­co, la hipótesis que manejamos es que fue un problema entre la víctima y el victimario, pudo ser por una deuda, pero no hay nada concreto”, manifestó el alcalde.

Félix Huertas, médico que firmó el acta de defunción, dijo que lo único que se sabe es que el lamentable suceso ocurrió en área rural del municipio, en la vereda el Caribe.

“Los hechos ocurrieron alrededor de las 5: 00 a.m., las heridas producidas por arma cortopunza­nte causaron un choque cardiogéni­co en el paciente”, explicó Huertas.

Un pueblo muy tranquilo

Los pobladores describen a San José de la Montaña como un lugar donde reina la calma, con sus 2.550 metros de altitud, es uno de los pueblos más fríos de Antioquia.

“No hay pandillas, no se ven muchos robos, no llegan heridos por riñas al hospital. La gente es muy tranquila, se dedican sobre todo a la ganadería, a

ordeñar sus vacas, porque este pueblo está en la región conocida como la Vía Láctea de Antioquia, por la actividad lechera”, contó el médico Huertas.

En un pueblo donde los casos diarios que llegan al hospital son por la caída de un caballo, o un fuerte dolor de cabeza, como relatan en el centro médico, la muerte de Eider sacudió de sobremaner­a a esta población que rechaza tajantemen­te estos actos en su territorio.

Tanto en el centro médico, como en la Alcaldía y en la Parroquia coinciden en que la buena racha del municipio comenzó con la desmoviliz­ación de los paramilita­res, desde entonces el pueblo se volvió un lugar donde se trabaja, y donde el ocio consiste en encontrars­e en algún lugar a conversar y tomar tinto.

“Al ser un pueblo tan pequeño, que no pasa de los 3.700 habitantes, es muy fácil que nos conozcamos entre todos, por eso cada habitante está pendiente de denunciar cualquier hecho que salga de la normalidad”, dijo el alcalde.

El alcalde Yepes exhortó a los entes encargados de las investigac­iones esclarecer los hechos y encontrar responsabl­es del homicidio. Señaló que la comunidad josefina no está dispuesta a tolerar que estos actos se repitan y que la muerte de Eider quede en la impunidad.

La muerte de Eider conmovió a San José de la Montaña de tal manera que, a la hora de su entierro a la Iglesia no le cabía un alma, y ninguna de las autoridade­s locales respondió los teléfonos.

Según registros de la Gobernació­n de Antioquia otros municipios mantienen una racha sin homicidios de varios años: Abriaquí no registra muertes desde 2006, Guadalupe y Vigía del Fuerte desde 2014

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FOTO San José de la Montaña tuvo la segunda racha más larga sin homicidios, 13 años; el primer lugar le correspond­e a Usiacurí, Atlántico, sin muertes violentas durante 14 años.

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