EXISTE UN PROYECTO PARA MECANISMOS DE TRAZABILIDAD, PERO ESTÁ PARADO
Vale diferenciar entre falsificación y contrabando, pero en las dos vías se hacen decomisos. En el segundo escenario se trata de medicamentos que vienen de países vecinos. A veces cumplen estándares de calidad, pero por supuesto vulneran leyes de importación.
La falsificación es notoria en productos de alto costo, porque falsificar los de bajo costo no tiene “rentabilidad”. Se ven mucho en patologías y tratamientos de oncología, VIH, hepatitis C, antivirales e incluso inmunoglobulinas.
Hace seis años se pagó una consultoría a la Universidad Nacional para la trazabilidad de medicamentos (origen y destino, fabricante y expendedor). Salió un borrador de proyecto, en 2013, con el Ministerio de Salud. Se hicieron pilotos con dos laboratorios para el seguimiento. Algunos laboratorios, incluso por su cuenta, ya manejan el tema, para asegurar que lo que fabrican llegue al consumidor final.
En Argentina, por ejemplo, van muy adelante. Pero en Colombia, por trabas burocráticas, no se ha sacado. Podrá tener cierto costo, pero resulta más “cara” la falsificación. Incluso, hay aplicaciones (apps) y códigos QR para tra- tar de mejorar el control.
Conocemos casos de drogas adulteradas con cemento, harina, agua no tratada. Es muy grave esta práctica. Se debe mejorar el IVC (Inspección Vigilancia y Control), pero para dar un ejemplo crítico: en Bogotá, de 8 millones de habitantes, solo tres personas se encargan del procedimiento. Y en el país hay grandes decomisos, pero no hay fuerza jurídica para iniciar un proceso