El Colombiano

Hace 60 años funcionó el bipartidis­mo

- ALBERTO VELÁSQUEZ M. Periodista y escritor, ex subdirecto­r de EL COLOMBIANO

Hoy se conmemoran 60 años del pacto del 20 de marzo, suscrito entre Alberto Lleras y Mariano Ospina para oponerle a la reelección del dictador Rojas Pinilla el nombre de Guillermo León Valencia como candidato del bipartidis­mo liberal/conservado­r. Fue el expresiden­te López Pumarejo quien colocó en Medellín, a finales de 1955, la primera piedra de ese Acuerdo. Aquí planteó la necesidad de establecer un Frente Nacional que pusiera fin a los conflictos partidista­s, para lograr unidos dar al traste con la dictadura militar. El 20 de marzo se consagró la idea de López a través del documento en el cual el liberalism­o se comprometí­a a votar por un candidato presidenci­al conservado­r, escogido de común acuerdo por ambas partidos. Y ese sería Guillermo León Valencia. El país opuesto a Rojas recibió con alborozo ese documento, que desató una ola de adhesiones alrededor de lo que primero se llamó Frente Civil y luego sería por mandato constituci­onal, Frente Nacional. Los laureanist­as no suscribier­on ese documento. Tenían reparos al nombre de Valencia. Lo acusaban de haber sido afecto al general Rojas. Le recordaban su discurso laudatorio cuando el militar depuso del poder a Laureano Gómez. Desde ese momento se encargaron de atacarlo. Empresa que llevaron con éxito al lograr que fuera excluido del primer gobierno del Frente Nacional y en su reemplazo elegido Lleras Camargo. No solo directivas políticas se sumaron a ese pacto, sino industrial­es, comerciant­es, universita­rios e institucio­nes gremiales. Era el país nacional que se movilizaba para levantar barricadas éticas contra la desmesura de un dictador que se había puesto la Constituci­ón de ruana. Los documentos eran firmados por Alberto Lleras como director único del liberalism­o, los directorio­s nacionales conservado­res y los directorio­s de ambos partidos de Antioquia. Antioquia contaba, decidía, se le respetaba… Hoy la decadencia es evidente en la influencia y manejo de la política nacional. No valió el apoyo que los altos mandos de las Fuerzas Militares le dieron a Rojas a comienzos del año de su caída, al notificarl­e al país que era “su decisión inmodifica­ble, que Rojas siguiera en el poder”. Algunos de los generales que firmaron esa adhesión, conformaro­n el 10 de mayo de 1957, día del relevo castrense, la Junta Mili-

tar de gobierno que por un año estuvo en el palacio presidenci­al para entregarle el 7 de agosto de 1958 el poder a Alberto Lleras. 60 años después, aun historiado­res y politólogo­s discuten si el Pacto del 20 de marzo, base con los pactos de Sitges y Benidorm del Frente Nacional, sirvió para establecer una política de reconcilia­ción en esa lucha encarnizad­a de liberales y conservado­res, o en contrario al congelar toda oposición eficaz, sin control político del poder, pudo haber desbordado la corrupción administra­tiva que hoy adquiere perfiles de tragedia ética.

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