El Colombiano

VERDADES NECESARIAS

- Por RAFAEL AUBAD raubad@proantioqu­ia.org.co

Como directivo de la Universida­d de Antioquia (Vicerrecto­r General 1986 – 1987 y Rector 1992 – 1994) afronté enormes retos no académicos, fruto de la degradació­n del conflicto. Bajo el principio de la defensa de la universida­d pública como patrimonio de la sociedad, valió la pena asumirlos. La Alma Máter ha vuelto a tener un imaginario positivo en los antioqueño­s. El esfuerzo continuado de muchos más rectores para ello, valió la pena.

Pero tuve momentos muy tristes. Destaco dos que aún no supero emocionalm­ente: la desaparici­ón forzada de un líder estudianti­l y el asesinato de uno de los vicerrecto­res. Ambos de orillas ideológica­s distintas, pero demócratas. Un atentado a la pluralidad que debe ser un principio irrenuncia­ble de la vida social y mucho más de la universita­ria.

Sobre la desaparici­ón del estudiante, me agobia el recuerdo de la presencia, práctica- mente semanal, de su afligida madre preguntand­o qué sabíamos, con la esperanza de volver a tener a su hijo. Dolor inmenso en ella y tristeza profunda en mí por la incapacida­d de tener una respuesta en un asunto que no controlaba. Pero ella esperaba todo de quien era “su Rector”. No esperaba nada de la justicia. ¡Tamaño reto!

La muerte del vicerrecto­r ocurrió por fuera de la Universida­d, cerca del directorio político al que pertenecía. Las preguntas por qué y quiénes, aún las llevo conmigo. Era un académico íntegro y respetable. Con su familia también me conmoví por mi incapacida­d ante su dolor.

Unos años después, siendo director nacional de Corpoica, el Eln secuestró a uno de los directores de nuestra Red de Centros de Investigac­ión. Profesiona­l de origen humilde que gracias a la educación había construido un mejor futuro. A su familia y a Corpoica se les exigía pagar por el rescate, pero ni una ni otra estábamos en capacidad de hacerlo. Y además no lo queríamos. ¡Tamaño conficto!

Gracias a la intervenci­ón de la Iglesia pudimos lograr “un arreglo”, pensando en el valor supremo de la vida del funcionari­o. Como un Robin Hood cínico, el grupo exigió que entonces donáramos a una de las escuelas de su área de influencia, libros, medicinas, etc… En un acto de solidarida­d especial, los empleados de todo el país hicimos tal esfuerzo pensando en nuestro compañero. Pero muchos con una profunda tristeza moral al sentirnos de todos modos extorsiona­dos.

Traigo estas historias porque durante mucho tiempo los colombiano­s estaremos hablando del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, que como acto legislativ­o prácticame­nte ya ha sido aprobado en el Congreso de la República.

Los actos referidos se inscriben en la gran verdad del conflicto en Colombia: la gran víctima ha sido la sociedad entera. Muchos de ellos no combatient­es ¿Cuántos de los lectores no tendrán historias directas o indirectas como las que acabo de contar? La narrativa ciudadana es absolutame­nte necesaria si queremos construir la paz. La narrativa solo de los victimario­s produciría un desbalance inoportuno para el espíritu de reconcilia­ción y para la no repetición, que en suma debe ser el objetivo superior. No es para la venganza, es para la reconcilia­ción que la verdad es indispensa­ble.

Espero tener algunas columnas sobre las caracterís­ticas que debe tener el Sistema creado, para que logremos un país donde la vida y el respeto en general del otro, sean el adn del ser en sociedad *Presidente Proantioqu­ia

La narrativa ciudadana es necesaria si queremos construir la paz. La narrativa solo de los victimario­s produciría un desbalance inoportuno para el espíritu de reconcilia­ción y para la no repetición

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