El Colombiano

RUINA CARCELARIA, ¿MOTIVO DE JUBILEO?

- Por MICHAEL REED @mreedhurta­do

Las cárceles están olvidadas. Los presos gritan pero los muros contienen. La infamia encerrada no molesta: esa es una de las funciones de la cárcel.

No hay solución a la vista. Los políticos no quieren tocar el problema; pero al ver réditos para la contienda política se aprovechan del botín.

Mediante evocacione­s cristianas y razones humanitari­as, Roy Barreras y Arman

do Benedetti se presentan como salvadores. Justificán­dose en la práctica pasada, apelan a la próxima visita del pontífice romano para declarar el jubileo. Promueven una medida legislativ­a ( PL 215- 2017 Senado) para conceder beneficios de libertad y rebajas punitivas; con ella, dicen que contribuir­án a resolver los problemas de la prisión. Argumentan que la visita del Papa “es la oportunida­d para dar una nueva oportunida­d a cientos de personas que han pagado parte de la pena que les fue impuesta por el Estado”.

No sé qué sea más indignante, si la mentira de que con esta medida hacen algo para resolver el problema crónico de la sobrepobla­ción carcelaria, o la explotació­n política de la indulgenci­a a personas sometidas a la administra­ción de justicia penal. Obviamente, estos prohombres quieren sus votos.

A la defensa de los presos también salió el ministro de Justicia. Su rebaja es un tris más indulgente, pero el marco temporal más reducido (PL 216-2017 Senado). La lista de conductas que quedarían excluidas del beneficio es más exhaustiva, y su exposición de motivos es más verbosa y delirante. Concluye después de varias páginas que esta “actividad legislativ­a con connotació­n religiosa” está constituci­onalmente permitida si se respalda en otros fundamento­s.

Expone, mediante un peregrino ejercicio de planeación por escenarios, el impacto que distintos grados de rebaja de pena tendrían sobre el censo de la población carcelaria en un marco temporal que se extiende hasta 2050. Las cifras reflejadas son, en el mejor de los casos, álgebra básica, aunque se parecen más a lo que los científico­s llaman “ciencia lunática” (weird science). Los cálculos son planos y las proyeccion­es lineales, como si lo único que fuera a incidir sobre el desempeño del sistema penal y el mundo carcelario fuese la fantástica y fanática rebaja. Dado el análisis “científico” concluye que “en esta ocasión se ha adoptado el criterio de una rebaja de penas de una quinta parte (20 %) (…)”.

En entrevista pública, el ministro expresó: “Queremos aliviar la crisis humanitari­a que se presenta al interior de las cárceles. Este proyecto se fundamenta desde un punto de vista del derecho internacio­nal de factores humanístic­os, de sensibilid­ad y de rehabilita­ción de la pena, además buscamos un modelo de justicia transicion­al, nueva forma de justicia que nos invita a una reflexión y a que cambiemos la forma de pensar en cuanto a temas penitencia­rios (…)”. El sancocho que está vendiendo nada tiene que ver con el derecho internacio­nal ni con la justicia transicion­al. ¡ No hay derecho!

Aprobada esta medida –y lo será– el ministro y los congresist­as se dedicarán a su propio jubileo. Podrán ignorar lo que pasa en las prisiones colombiana­s durante un buen rato –hasta la próxima vez que se prenda una cárcel.

Soy consciente de que los presos y sus familias quieren esta rebaja; locos estarían si no buscan todas las formas para salir del infierno. Sin embargo, el jubileo distrae y posterga aún más la atención a un problema que tiene poco de religioso y mucho de ilegalidad y olvido

Las cárceles están olvidadas y los políticos no quieren tocar el problema carcelario, pero al ver réditos para la contienda política se aprovechan del botín.

Roy Barreras y Armando Benedetti se presentan como salvadores. Apelan a la próxima visita del pontífice romano para declarar el jubileo.

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