EL LATERAL IZQUIERDO
Tomo prestada una frase de un amigo, él sabrá entender el usufructo sin permiso. “¡País con psiquis mafiosa!”, esas fueron sus palabras y las tomo porque describen a la perfec- ción las prioridades que tenemos en esta tierra, esas que están por encima de cualquier lógica humana.
Prioridad: sí o sí hay que clasificar al Mundial de Fútbol de Rusia. Como sea, para allá vamos porque vamos. Profe Pekerman, salve la patria, que en época de Mundial pasamos muy bueno. Profe, su sabiduría es palabra mayor, lo que necesite es sino que diga. Entonces, aparece la convocatoria a la selección de Pablo Ar
mero a ver si de pronto mejoramos nuestra mayor falencia, el juego por las bandas. Es que no tenemos un lateral izquierdo que dé la talla.
Pablo Armero tuvo su cuarto de hora durante el Mundial de Brasil. Hizo y deshizo por la banda izquierda. Ahora, que no cuaja el juego del combinado nacional y que estamos ávidos de laterales, pues Miñía, como le dicen, le conviene al equipo. Eso es lo bonito del fútbol.
Listo, todo bien con Armero, diría el Pibe. Pero resulta y acontece que lo último importante que recordamos de él fue verlo vestido con una piyama naranja parado ante un juez en una corte de los Estados Unidos, mientras recibía sentencia por violencia intrafamiliar. El año pasado, en Miami, Armero quiso obligar a su esposa – María Elena Ba
zán- a tener relaciones sexuales. Ante la negativa de la mujer, al morocho se le ocurrió agarrarla del pelo y trasquilarla. Una sutileza que se le iba saliendo de las manos, diría. Simplemente una muestra más de lo que puede hacer el espíritu troglodita de aquellos que ven a las mujeres como propiedad privada para disponer y desfogar la libido.
Y como aquí no hay memoria sino Selección, pues bienvenido de nuevo Miñía a tu familia tricolor. Al carajo las más de 15.000 mujeres que fueron agredidas el año pasado por sus parejas. A ellas, qué pecaíto, les tocará verte jugar y recordar en tu sabrosura a esos verdugos que les jodieron la vida. Frescos: si es por la selección, no importa. Se hace lo que sea.
Ahora, parémonos en la otra orilla. Pensemos en Armero y lo afligido que debe estar por esta situación. Al referirse al tema dijo que era un asunto de su “vida privada”. Qué gambetazo hiciste, Miñía!, diría el cantante del gol. Error, en la vida privada o en la pública no se les pega a las mujeres. Eso es demasiado obvio. Es como si un narcotraficante justificara traquetear porque hace parte de su “vida privada”.
Esa es la psiquis mafiosa: una justificación para todo lo que convenga, porque para Armero la convocatoria significa una palomita más para revalorizar su cotización y borrar el descache tan verraco que tuvo con su esposa.
Está bien, no le demos tan duro. Cometió un error y, probablemente, el arrepentimiento lo carcomió durante un buen rato. Ahora que entramos en etapa de reconciliación, pues confiemos en que no volverá a trasquilar a su mujer. Armero seguirá jugando, pero el hecho de que necesitemos un lateral izquierdo no significa olvidar que está en el deshonroso club de machos equivocados sobre el valor de la mujer, esos que tanto joden al país, esos que alborotan la psiquis mafiosa de Colombia
Esa es la siquis mafiosa: una justificación para todo lo que convenga, porque para Armero la convocatoria significa una palomita más.