POR QUÉ LOS DEMÓCRATAS DEBEN TRABAJAR CON TRUMP
El presidente Trump ha descubierto que tratar de trabajar con republicanos, como tratar de trabajar con la política del cuidado de la salud, es complicado. Así que con todas sus promesas en el limbo después del fiasco de la semana pasada con Obamacare, supuestamente está contemplando hacer propuestas a un partido que en realidad quiere gobernar.
Eso sí, este nuevo rumbo llega después de que Trump culpó a los demócratas por negarse a ayudarle a él y al presi- dente de la Cámara, Paul Ryan a aniquilar a Obamacare. Con cero apoyo de los demócratas, el par de hombres no tenía margen de error cuando los republicanos empezaron a retirarse y se vieron obligados a retirar su proyecto.
Tal vez el presidente está empezando a darse cuenta de que el partido republicano de hoy está diseñado para la máxima obstrucción y la mínima formulación de política constructiva. El rígidamente doctrinario Caucus de la Libertad esencialmente tiene el poder del veto sobre las iniciativas de la Casa Blanca, mientras que los moderados abandonarán el barco si Trump hace demasiadas concesiones a los puristas de la derecha.
Es más, los republicanos están por todo el mapa en cuanto a los siguientes asuntos grandes en la agenda del Sr. Trump - reforma tributaria e infraestructura. Así que aunque los republicanos controlan el Congreso y la Casa Blanca, la nueva matemática de Washington sugiere que Trump podría no tener más opción que contactar a los demócratas.
Si pudiera despedir a varias decenas de demócratas moderados en la Cámara y un puñado en el Senado, podría neu- tralizar la negativa de la extrema derecha y dar a los republicanos moderados la oportunidad de votar por medidas con amplio apoyo bipartidista.
Si Trump acude a los demócratas, ¿cómo deberían responder?
“Ni locos”, probablemente será la respuesta inicial. Bajo presión de su base, los líderes congresionales son conocidos por años de implacable resistencia. Incluso han emitido órdenes a los demócratas en los comités de escritura de impuestos de no producir un plan de reforma por su cuenta, para que no se sientan tentados a hablar francamente con la Casa Blanca.
Todo esto es entendible, dada la fea y deshonesta campaña que Trump desarrolló y lo que la mayoría de los demócratas aún consideran su ineptitud para el cargo que ahora ocupa. Sin embargo lo ocupa, y si está dispuesto a hacer verdaderas concesiones para los valores y prioridades centrales de su partido, los demócratas pragmáticos lo deberían escuchar. A diferencia de privar a millones de americanos de seguro de salud, reformar el código tributario de los Estados Unidos y modernizar nuestra decadente infraestructura son causas progresivas que los de- mócratas deberían apoyar. Y a diferencia de los republicanos, cuya rigidez ideológica y partidismo estridente frecuentemente se acercan al nihilismo, los demócratas aún acogen la noción pintoresca de que el pueblo los eligió para resolver problemas, no para impedir que se resuelvan. El estilo de McConnell no está en el ADN del partido.
Pero si los demócratas moderados están dispuestos a cooperar con el negociante jefe, deberían cobrar un precio alto. En cuanto a reforma tributaria por ejemplo, deberían insistir en que Trump ofrezca alivio tributario a la clase media, no a los ricos, y que se deshaga del impuesto de ajuste de frontera propuesto por Ryan, que afectaría a los consumidores y los negocios con grandes alzas de precios. La administración tiene que encontrar una mejor forma de pagar una fuerte reducción en la tasa de impuestos corporativa. Los demócratas no tienen que amar a las grandes empresas para reconocer que nuestro anticuado sistema impositivo obliga a las empresas a pagar impuestos mucho más altos que sus competidores en el extranjero. Esto hace que los trabajadores americanos sean menos competitivos y le da a nuestras compa- ñías incentivo para trasladar su inversión al extranjero, y mantener ganancias allá, para evitar la tasa más alta.
Algunos economistas de oferta republicanos alegremente abandonarían a Ryan y simplemente sumarían el costo del enorme recorte tributario de Trump al déficit federal. Los demócratas deben presionar la causa fiscal. Una forma es eliminar los tecnicismos que cuestan cientos de miles de millones en ingresos perdidos y, como cree la mayoría de los economistas, distorsionan las decisiones de inversión. Otra es poner un límite a las deducciones de impuestos (como propuso el presidente Obama) para que las personas de altos ingresos no reciban más alivio que otros. Más ambiciosamente, los demócratas podrían ir a donde Ryan al parecer temía ir proponiendo un impuesto al consumo que realmente ha sido probado y ha resultado ser efectivo alrededor del mundo - el impuesto de valor agregado, con ajustes para asegurar la progresividad.
Si los demócratas tienen la oportunidad de ayudar a las familias trabajadoras promedio y mostrar que no son obstruccionistas, deberían tomarla. Estados Unidos no necesita dos partidos de no