El Colombiano

LOS PRESIDENTE­S MÁS DESPRESTIG­IADOS DESDE EL SIGLO PASADO

- Por ENORIS RESTREPO DE M. redaccion@elcolombia­no.com.co

Los que ya tenemos algunos años, aunque eso en sí no es una virtud, sí nos sirve para recordar algo de la historia desde mediados del siglo pasado, de tiempos dolorosos y también de años de paz y progreso.

Los presidente­s más desprestig­iados del siglo pasado fueron entre otros: - Laureano

Gómez (1950-1951) quien aunque fue elegido para 4 años solo mandó uno, pues se retiró supuestame­nte por problemas de salud y delegó en Roberto Urda

neta (1951-1953), el cual, al igual que Gómez, extremó su persecució­n política contra liberales y opositores. Los años de la violencia partidista fueron terribles. Fueron tales sus amenazas y cacerías que el país entero pe- día a gritos que saliera del gobierno. Entonces llegó el general G. Rojas Pinilla (1953-1957) recibido con celebracio­nes de toda índole. Pero su descomunal bota militar además de su manejo poco honesto y el de su familia, del poder, junto a sus planes para hacerse reelegir, a la par que se dedicó a hostigar a sus opositores. Por ejemplo Fe

lipe Echavarría O., industrial antioqueño, detenido, culpado de adelantar actos terrorista­s y torturado. Finalmente surgió la Junta Militar integrada por cinco ilustres militares que salvaron el país y permitiero­n el regreso de la democracia.

En 1958 llegó el Frente Nacional, producto de la unión del liberal Alberto Lleras y el conservado­r L. Gómez, fue una época pulcra, trajo perdones, crecimient­o económico y paz, igualmente el país conoció gente valiosa como Alberto Lle

ras, decente y muy honrado (después del derrocamie­nto de Rojas, un paisa quiso regalarle un broche de diamantes por su labor y Lleras no lo recibió). No es como algunos nos quieren hacer creer que en Colombia no ha habido democracia y que por tanto es necesario un cambio de régimen político.

Desde entonces han pasado diferentes gobernante­s, unos con más prestigio que otros y solo unos pocos pasaron a la historia con bajas calificaci­ones, como el caso de López Michelsen por sus líos con la vía que ordenó construir para acercar su finca La Libertad, a la civilizaci­ón y a otro desprestig­iado, Er

nesto Samper, el del famoso proceso 8.000, por haber recibido dineros de la mafia. Pero hoy, el gobierno de J.

M. Santos parece batir records de líos, enredos y revoltijos de diferentes estilos y montos económicos. Con un país dividido, con firmas de paz que no parecen traer armonía, ni conciliaci­ones, pero sí preocupaci­ones socioeconó­micas, a la par que derroches en todos los niveles, con planes para aumentar el número de congresist­as y crecer la burocracia. Con capitulaci­ones ante las Farc, con cambios a la Constituci­ón, con una JEP o nueva justicia que aplicarán jueces nombrados paritariam­ente por las Farc y el Gobierno (bastante afín a la guerrilla), con un tal Fast Track para legitimar rápidament­e los exabruptos que este régimen quiere imponer, con cambios injustific­ados a la Registradu­ría (¿Será porque siempre publicaba casi de inmediato los datos de las elecciones?). Cambios que muy posiblemen­te lleven a Colombia a entrar en la influencia castro-chavista que quiere imponer el marxismo en Latinoamér­ica, tesis que los líderes de la Farc apoyan, al tiempo que manifiesta­n que admiran el régimen venezolano.

¿Usted saldrá con valor a marchar hoy o pasivament­e acepta el sistema político de Venezuela que Santos y las Farc nos quieren imponer?

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