MAL QUE NOS CARCOME
Si bien ya se firmó el acuerdo de paz con las Farc, en las selvas de Colombia y en esas zonas recónditas donde la presencia del Estado parece ser un fantasma deambulando, quedan aún vestigios del Eln, una guerrilla que perdió su rumbo ideológico para convertirse en un grupo terrorista y narcotraficante.
Las ansias de poder y control territorial se están comiendo la economía, la sociedad, las personas, las comunidades afrocolombianas e indígenas y su cultura, y además han vuelto a prender las alertas de la comunidad internacional a causa del desplazamiento forzado. Flagelo que hoy aqueja a la población del Pacífico colombiano y deja, de acuerdo con Acnur, 3.549 personas, es decir, 913 familias divagando por el vasto territorio nacional en busca de una casa para formar un hogar.
A esto se le debe sumar que los grupos paramilitares, bandoleros a favor de intereses privados y vendidos al mejor postor, también pretenden dominar las tierras que las Farc hoy ya no ocupan. Al querer cumplir con su intención se deben enfrentar a los “elenos”. Enfrentamientos que permiten ver lo que hay detrás de tanta guerra sucia, pues no solo se daría la recuperación de laboratorios y rutas de envío sino también el cultivo de coca y la fiebre del oro ilegal.
Desde el Baudó es muy fá- cil encontrarse con las puertas del mundo, pues este río, en el Bajo Baudó, se comunica con el océano Pacífico y de allí se llega al puerto de Buenaventura, lugar de comercio e intercambio. Por ello es que esta clase de grupos subversivos, que han bañado las tierras con sangre ino- cente y cubierto a la población con un manto de delincuencia, buscan apropiarse de las tierras ajenas.
El desplazamiento forzado ha hecho que Colombia sea el segundo país con la mayor cantidad de personas internamente desterradas. Fenómeno convertido hoy en números y cifras, que tardará años en acabarse, pues esta guerra absurda no se terminará hasta que el gobierno del Estado no cambie de raíz * Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.
Las ansias de poder y control territorial se están comiendo la economía, la sociedad, las personas, las comunidades.