El Colombiano

Un Ecuador dividido espera resultados de elecciones

Aunque el candidato oficialist­a, Lenin Moreno, obtenía anoche mayoría de votos, la autoridad electoral no terminaba el conteo y la oposición denunciaba fraude.

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN

Con dos puntos de diferencia, el candidato oficialist­a Lenín Moreno obtenía anoche la mayoría de votos para alcanzar la presidenci­a de Ecuador, aunque su contrincan­te, el exbanquero Guillermo Lasso, dijo que exigirá un reconteo de los votos y suscitó una ola de protestas entre sus simpatizan­tes, que alegaban irregulari­dades.

Si bien los resultados no eran definitivo­s al cierre de esta edición (10: 30 p.m.), el Consejo Nacional Electoral (CNE) reportaba que Moreno, reconocido por su cercanía con Rafael Correa e inevitable­mente vinculado por el electorado con escándalos de corrupción de ese Gobierno, lograba un 51,11 % de la preferenci­a, mientras el opositor, un 48,89 %, al 95,01 % de actas escrutadas.

Entretanto, Participac­ión Ciudadana, una organizaci­ón civil que hace su propio conteo rápido, alegaba que con un 99,3 % de datos procesados había un empate técnico entre los dos candidatos del 0,6 %.

Este pronunciam­iento dio evidencias a las partes para acentuar las divisiones, reforzadas también por Correa, quien a diferencia de las autoridade­s electorale­s, hizo oficial en redes sociales la victoria “irreversib­le” de su aliado, hijo de maestros de escuela y quien fue vicepresid­ente entre 2007 y 2013, cuando ya había perdido la movilidad en sus piernas por un asalto.

Por lo pronto, el hecho de que no exista un resultado definitivo y de que las partes tengan expectativ­as tan disímiles dificultar­á los procesos de gobernabil­idad para cualquiera que obtenga la presidenci­a. Eso prevé Giovany Areiza, experto en Ecuador y docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universida­d de Antioquia, para quien además, con un margen tan estrecho, es claro que el oficialism­o tiene una legitimida­d bastante truncada, mientras la oposición deja ver fuerza en futuras elecciones.

Areiza añade que las discrepanc­ias en la noche de ayer también dejaron ver a unos políticos haciendo “un papel nefasto en un espectácul­o electoral”, que solo condujo a una mayor polarizaci­ón, con tendencias a agravarse si tardaban más los resultados.

Un Ecuador fragmentad­o

Un discurso que se dividía entre el cambio y la continuida­d fue el que protagoniz­ó la campaña de esta segunda vuelta, mientras el foco de los candidatos fueron los indecisos, quienes podrían el margen estrecho entre ambos.

Aunque Moreno generaba cierta resistenci­a en el electorado, por carecer del carisma de su mentor, Correa, a quien también muchos ciudadanos res- ponsabiliz­an de la crisis económica y de un contexto de corrupción (los escándalos de Petroecuad­or y los paraísos fiscales revelados por los Panamá Papers), por las tendencias de los resultados preliminar­es, su figura podría conseguir darle garantías al continuism­o.

Mientras tanto, a Lasso lo afectaba ser un banquero que proviene del sector privado y una persona a quien se le aso- cia con la crisis del sector bancario en ese país.

Pese a esas particular­idades, para Felipe Zarama, coordinado­r operativo del Observator­io de Política y Estrategia en América Latina de la Universida­d del Rosario, si bien la corrupción se hace menos tolerable en un contexto de crisis económica, y algunos votantes pudieron definir su elección con esos precedente­s, en el país vecino ese no fue el principal elemento de la campaña.

En cambio, según escribió en un análisis Daniel Ivoskus, presidente de la Cumbre Mundial de Comunicaci­ón Política, que se celebrará en julio en Cartagena, el perfil de los líderes fue definitivo. Moreno buscó ganar adeptos bajo el lema “el futuro no se detiene” y con un perfil más continuist­a del proyecto en el poder, y el otro buscó proyectar una imagen de renovación, reforzando así su diferencia con el proyecto oficialist­a y unificando a toda la oposición.

¿El correismo se perpetúa?

Lo que se estaba jugando en Ecuador con las elecciones de ayer era un modelo de desarrollo, según dice Marta Ardila, jefe del Observator­io Latinoamer­icano y del Caribe

de la Universida­d Externado. Y es que mientras Lasso predicaba un proyecto de apertura económica, de conducir al país a la Alianza del Pacífico y de provocar una nueva ruptura en la izquierda de la región, Moreno predica aún el socialismo del siglo XXI del fallecido Hugo Chávez, aunque “con tintes neoliberal­es en la práctica”, aclara la experta.

Pese a esas diferencia­s, de acuerdo con Ardila, al país vecino le conviene seguir con el modelo de Correa, que califica de “exitoso” por su énfasis en infraestru­ctura, educación y dotación de servicios básicos. En eso coincide Patricio Barriga, secretario de Comunicaci­ón de Correa, para quien con la probable victoria de Moreno se logrará profundiza­r en los cambios sociales de la última década, en las políticas orientadas a lo social y en la reducción de las brechas, mientras el país se libra de los planes de la oposición: “volver al pasado y destruir las conquistas sociales, como la precarizac­ión laboral, la privatizac­ión de los derechos a la salud y la educación”.

De esa visión dista Carlos Romero, politólogo e internacio­nalista de la Universida­d Central de Venezuela, para quien Correa, pese a esa percepción de buscar el bienestar ciudadano, a la larga “se comportó como un populista y le hizo daño a la vida política y económica ecuatorian­a”, en la medida en que “abusó de su ejercicio presidenci­alista, redujo la capacidad democrátic­a del país y censuró a medios de comunicaci­ón”

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FOTO REUTERS Unos 12,8 millones de electores fueron convocados a las urnas para designar al sucesor del presidente Rafael Correa entre el oficialist­a Lenín Moreno y el opositor Guillermo Lasso.
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