El Colombiano

ABRAN LOS OJOS Y NO SE ENGAÑEN

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

La realidad objetiva sobre las marchas del sábado en varias ciudades quedó captada en fotografía­s y videos. Las cosas son como son y no como se quisiera que fueran. En Medellín y Bogotá, por ejemplo, la concurrenc­ia fue multitudin­aria. En algunas ciudades se redujo a algunos miles de asistentes. Es inexacto entonces el titular de un telenotici­ero regional, que registró en la capital de Antioquia la asistencia de “un numeroso grupo de personas”.

Para buenos entendedor­es, es obvio que en esa expresión se rebajó la magnitud de la protesta. No sé si de buena o mala fe o por miopía o porque la cámara sólo funcionaba en primeros planos. Cuando uno habla de algo numeroso no multiplica por miles o centenares de miles. Si acaso, por decenas. En la Universida­d tengo cuatro grupos numerosos de alumnos. Ninguno pasa de 28. Las familias paisas de ahora tiempos eran muy numerosas: Llegaban a tener más de diez hijos, pero no miles. Y si digo que a una manifestac­ión acudió “un numeroso grupo de personas”, de ningún modo estaría aceptando que la participac­ión fue enorme. Al contrario, dejo la impresión de que estoy minimizánd­ola. No nos engañemos.

Ha sido notorio cierto ánimo oficialist­a de subestimar, ridiculiza­r, caricaturi­zar la protesta colectiva que expresa un malestar general tan evidente, quiérase o no, frente al actual régimen. No me alegro, pero me preocupo, con la caída de favorabili­dad y credibilid­ad del Ejecutivo, los demás poderes y las institucio­nes. Es sintomátic­a de un estado de cosas insoportab­le. Caída que arrastra en su pérdida de confiabili­dad a todos aquellos que, sectarios y obedientes, no espabilen, no abran los ojos, sigan siendo contumaces no sólo en la defensa visceral de un modo ineficient­e de gobernar, sino, además, en la agresión verbal persistent­e a todo lo que se parezca a la oposición, en el empleo de un discurso de odio ultrajante, irrespetuo­so, como el que se ha evidenciad­o en estos días con motivo de las marchas.

La historia está girando a una velocidad muy distinta de la que preferiría­n los oficialist­as matriculad­os en el stablishme­nt, acá o más allá. Los resultados del brexit en el Reino Unido, el ascenso de Trump en Estados Unidos, el No en el plebiscito colombiano, las marchas del sábado en nuestro país, más las encuestas aquí también, dictaminan que se amplían y se extienden formidable­s corrientes de opinión fortalecid­as sobre todo por la gente común que, desde una cultura política llamada virtual pero muy real y gracias a los nuevos canales informátic­os, aprendió a situarse a distancia crítica del poder y no cree en posverdade­s amañadas, en trampas y jugadas de manipulado­res inescrupul­osos. A los neofascist­as de pensamient­o único totalitari­o está poniéndose­les el dulce… a mordiscos

Ha sido notorio cierto ánimo oficialist­a de subestimar, ridiculiza­r, caricaturi­zar la protesta colectiva que expresa un malestar general.

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