¿HASTA CUÁNDO VAN A SEGUIR DE CÓMPLICES DE TIRANOS?
Cuando empecé a escribir esta columna hace más de diez años, la dictadura venezolana, satélite de la cubana, era un tema recurrente en mis columnas, pues me parecía inaceptable que fuésemos testigos de una tiranía disfrazada de democracia y todos tan campantes. Mis enemigos de oficio que siguen tristemente atrapados en discusiones sobre si uno es de derecha o de izquierda, como si esas estúpidas categorías sirvieran de algo, me insultaban por criticar al clon de los Castro, incluso colegas míos faltos de testosterona, decían a mis espaldas que yo era un facho y que no podía decir que Chávez era un dictador porque en Venezuela había elecciones, como si democracia fuera solo eso. Democracia es cada día más lo que pasa antes y después de las elecciones.
Ya sea por complicidad ideológica o simplemente por limitaciones cognitivas, cuando uno no es capaz de reconocer la naturaleza de los actores, y por ende de sus objetivos y sus métodos, no puede entender los fenómenos y menos sugerir soluciones. Por eso la mamertera académica, el actual gobierno y su canciller disfrazaban su voluntaria o involuntaria complicidad diciendo que no había dictadura en Venezuela. Por eso se inventan eufemismos como el de “democracia imperfecta” y otro tipo de idioteces, convencidos que perfumar la boñiga le quita la condición de boñiga.
En este juego de complicidad se ha involucrado, además de nuestro gobierno tan acostumbrado a negociarlo todo y con todos, especialmente con bandidos locales y tiranos cari-
beños; la anterior administración estadounidense, no menos experta en hacer acuerdos con tiranos comunistas o chiitas; como la nueva dirigencia vaticana, que ha tenido un cómplice silencio con la dictadura cubana, y no “solo Dios sabe” el porqué.
Hace 4 años escribí lo siguiente sobre la situación venezolana ante la partida del tirano
Hugo Chávez: “Algunas personas han planteado la hipótesis que el chavismo va a desaparecer a causa de la ausencia de Chávez, y es posible que el tiempo se encargue de materializar esta suposición, pero yo pienso que es probable que en el corto plazo, no indefinidamente, veamos un resurgimiento y una manifestación artificial e intensificada de las actitudes, pronunciamientos y decisiones al más típi-
co estilo chavista, incluso más excedidas que las que el mismo Chávez hubiese tenido”.
Por no poder o querer entender la naturaleza de los dictadores venezolanos es que, con exceso de “buenismo” o complicidad, promovieron mesas de negociación con la dictadura sin comprender que lo único que se logra es darle oxígeno a quien su propio fracaso lo está asfixiando y precisamente esa asfixia eso lo que se necesita aumentar. Maduro no es Gorbachov, ni siquiera Kruschev en su era de coexistencia pacífica. Es un remedo del demente y ególatra Stalin, con quien no se negocia. ¿Cuándo van a entender que Maduro cree que el problema no es su modelo fallido sino no haberlo profundizado? ¿Hasta cuándo van a seguir de secuaces de una tiranía?