El Colombiano

“A pesar de lo apretado del triunfo y del no reconocimi­ento del resultado por parte de la oposición, la comunidad internacio­nal ya reconoce a Moreno como presidente. ¿Será más Lenín o más Correa?”

A pesar de lo apretado del triunfo y del no reconocimi­ento del resultado por parte de la oposición, la comunidad internacio­nal ya reconoce a Moreno como presidente. ¿Será más Lenín o más Correa?

- ESTEBAN PARÍS

El presidente del Consejo Nacional Electoral de Ecuador reafirmó ayer que el triunfador en la segunda vuelta de las elecciones del pasado domingo fue, “de manera irreversib­le”, Lenín Moreno, candidato oficialist­a promovido y patrocinad­o por el presidente en ejercicio, Rafael Correa, de quien fue vicepresid­ente en su primer gobierno.

Pero a pesar de la afirmación contundent­e de la autoridad electoral, el ambiente que deja la apretada diferencia entre Moreno (51,16 %) y el segundo candidato en votos, Guillermo Lasso (48,84 %), no permite que se respire un clima de tranquilid­ad ni de paz política. Lasso anunció que hoy presentará todas las pruebas de lo que él acusa como fraude electoral, que a su juicio hace que la elección de Moreno “sea ilegítima”.

Se abre un proceso de impugnació­n electoral, en el cual el candidato opositor pedirá el recuento “voto a voto” de ser necesario. No obstante, hasta ayer la gran mayoría de la comunidad internacio­nal, no solo la latinoamer­icana, había extendido su saludo de reconocimi­ento a Lenín Moreno como presidente electo. No hay mayores posibilida­des de que el resultado cambie.

Así haya sido por apretado margen, y en segunda vuelta ante la falta de victoria contundent­e en la primera, el presidente Rafael Correa puede reivindica­r un respaldo popular suficiente para su “Revolución Ciudadana”, que si bien inscrito por lo menos nominalmen­te en las corrientes del socialismo del siglo XXI patentado por el caudillo bolivarian­o Hugo Chávez, se cuidó en buena medida para no incurrir en los desafueros, arbitrarie­dades y afán expropiato­rio del régimen autocrátic­o venezolano.

Correa también tuvo actitudes caudillist­as y mostró su peor faceta en su intoleranc­ia frente a la crítica, en las coacciones contra la libertad de prensa y en sus medidas de control para que fuera el Gobierno el que tuviera poder de decisión sobre qué era de interés público para ser objeto de informació­n y qué no. Lo más oscuro de su legado es su política autoritari­a contra la libre opinión.

Se le reconoce su eficacia en la construcci­ón de infraestru­ctura (carreteras, hospitales) pero, ante todo, haber podido ejecutar un programa estable tras períodos en los que los presidente­s casi nunca terminaban sus mandatos. Nuestro país pasó por la peor relación posible luego del operativo militar contra alias “Raúl Reyes”, con rompimient­o de relaciones diplomátic­as, para recomponer­se luego, siendo hasta ahora sede de los diálogos con el Eln.

Al igual que otros mandatario­s del vecindario reformó la Constituci­ón para poder reelegirse, y aunque declinó un tercer mandato consecutiv­o, nadie apuesta por su retiro de la política. Su figura andará sobrevolan­do los juegos de poder en Ecuador, preparando segurament­e su retorno en 2022.

El nuevo presidente ha prometido más diálogo y actitud más abierta para generar consensos, algo apenas natural con unas fuerzas políticas tan divididas como lo reflejan los resultados electorale­s. El entorno económico del país está muy golpeado, pues al igual que Colombia la caída de los precios del petróleo cercenó recursos indispensa­bles. La dolarizaci­ón de la economía -Ecuador no tiene moneda propiaaún genera cuestionam­ientos, y la apuesta de los electores ha sido, sin duda, un programa de inversión social de corte no populista. El nuevo presidente también habrá de definir si sigue plegado a las consignas de un chavismo cada vez más repudiado, o si hace realidad la tan reclamada soberanía nacional para asumir su futuro con autonomía y apego al sistema democrátic­o

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ILUSTRACIÓ­N

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