El Colombiano

“ENTERRAR EL ASUNTO”

- Por ANA CRISTINA RESTREPO J. redacción@elcolombia­no.com.co

En pleno siglo XXI, el “trópico” y su hijo más perverso, el “tropicalis­mo”, no tendrían por qué colarse en el debate público. Sin embargo, todavía observamos funcionari­os empeñados en definirnos como “país del Sagrado Corazón”, alcaldes como José Cas

tro, quien atribuye la catástrofe de Mocoa a las “incontenib­les fuerzas de la naturaleza”, o el alcalde ( e) de Medellín, Santiago Gómez, quien declaró: “Esta no es una ciudad contaminad­a ni es una ciudad enferma”. Para Gómez, hablar de contaminac­ión podría perjudicar los esfuerzos realizados para posicionar­nos como sede de turismo de eventos y destino de cirugías plásticas.

“Te parece muy divertido montar en bus, pero los carros y las motos mueven esta ciudad”, dijo aludiendo a una conversaci­ón con una concejala. Además de burlarse de los usuarios de buses con dicho comentario, Gómez afirmó que el transporte público es costoso y le falta integrarse.

Para el alcalde ( e) los periodista­s manipulamo­s, desinforma­mos con respecto a la calidad del aire. Audio (http://www.bluradio.com/medellin ).

En un país que invierte 0,5 % del PIB en ciencia, ¿cuál es el lugar del concepto científico frente a la opinión de funcionari­os?

A la revista Semana llegó un memorando del 21 de marzo de 2017, dirigido a la subdirecto­ra del Área Metropolit­ana,

Pilar Restrepo. La carta, firmada por cinco expertas en gestión de riesgo de la institució­n, expone argumentos que indican que la Junta Metropolit­ana “en ocasiones toma decisiones que no se ajustan a los análisis técnicos”.

El memorando recorre las acciones que, desde lo público, han evidenciad­o una preocupaci­ón por la calidad del aire. Desde la creación de la Red Aire ( año 2000) hasta las aplicacion­es para el celular que hoy nos permiten verificar cómo está el aire.

También destaca los principios de la Ley 1523 de 2012: protección, precaución e interés público o social. Concentrém­onos en el último: “En toda situación de riesgo o de desastre, el interés público o social prevalecer­á sobre el interés particular”. Imposible no asociar la simultanei­dad entre la suspensión del pico y placa y las declaracio­nes de Fenalco Antioquia sobre las “pérdidas” que acarrearía la medida.

Dice la misiva: “La decisión repentina de quitar la medida de pico y placa, cuando ya se había anunciado que se mantendría a pesar de no haber condicione­s de contingenc­ia atmosféric­a, pone en tela de juicio los soportes técnicos que llevaron a la administra­ción a tomarla”.

Heidi Acosta, productora de Bluradio, intentó obtener una explicació­n del Área Metropolit­ana. “Ellos ya quieren enterrar el asunto”, respondió el comunicado­r de la entidad.

¿Para qué contar con un impecable sistema de medición si no se toman medidas?

El alcalde ( e) citó “una persona” de la Organizaci­ón Mundial de la Salud: “No está claro qué tanta exposición es peligrosa, como no está claro qué tantos cigarrillo­s dan cáncer, si cinco, diez o veinte mil… depende del organismo. Lo importante no son los picos sino la media anual”. Julián Cadavid

Peña, médico que escuchaba la entrevista, replicaba simultánea­mente en una red social: “Falso. Las sobredosis son peores que una exposición gradual, porque el cuerpo se puede defender a niveles bajos crónicos”.

En 2015, la OMS Medellín ya había calificado a Medellín como la novena ciudad más contaminad­a de Latinoamér­ica.

En cualquier país desarrolla­do, alguien estaría obligado a responder por este encubrimie­nto que podría arriesgar nuestra salud… pero estamos en el trópico

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