LA GUERRA SE COCINA A FUEGO LENTO
En pocos días se reunirán Xi Jinping y Donald Trump en el Estado de Florida.
El ambiente será tenso por la sola razón de que de parte de los EE. UU. ha habido una amenaza inequívoca, de actuar unilateralmente en contra de Corea del Norte si China no detiene la carrera nuclear que protagoniza ese país. Fue de la boca del presidente Donald Trump de donde salió esta terminante posición.
No más comenzaba Trump a calentar la silla presidencial cuando ya había pedido al Consejo Nacional de Seguridad emprender un estudio sobre los programas misilísticos de Kim Jong-un, un tema sobre el que Barack Obama lo había seriamente alertado antes de la toma de poder. El estudio fue acelerado con vistas a la reunión cumbre de Xi y Trump, por lo que ya es claro que el tema sí formará parte de la agenda bilateral.
Una actitud de este género de parte de la primera potencia mundial está reñida con las formas adoptadas internacionalmente y diplomáticamente para la resolución de conflictos. No solo la amenaza es un recurso extremo sino que, en este caso, paradójicamente, ella opera como en un juego de billar. El problema de los Estados Unidos es originado por una actuación equivocada de Corea del Norte –que se enorgullece de convertir a su país en un importante desafío nuclear planetariopero es a China a quien el presidente le lee la cartilla y le advierte de una actuación extrema norteamericana, no a la nación que origina el malestar.
Donald Trump no ha parado de sorprender al mundo por sus estridencias desde su advenimiento al poder, pero ciertas actitudes y posiciones parecieran ir demasiado lejos. Para los chinos, estrictos observadores de las formas, esta manera de abordar un problema que, sin duda, es harto difícil de digerir, no es la adecuada. Es de hacer notar que la influencia que China tiene sobre Corea se presenta principalmente en el área cultural, en donde sí gravita intensamente. En el terreno de lo económico la desaceleración de China ha conseguido que sus relaciones con Corea se hayan debilitado sensiblemente. Presionar más a su vecino solo redundaría en efectos negativos para la propia China, como por ejemplo, un flujo migratorio desatado de enormes proporciones.
¿Habría razonablemente que anticipar en este momento que una intervención norteamericana sería de carácter militar? Ese parece ser el caso, ya que un peligro de orden nuclear así lo ameritaría. Allegados militares al nuevo presidente norteamericano indican que los Estados Unidos se están rápidamente dirigiendo hacia una opción de ese género por ser la única que está sobre la mesa a esta fecha, debido a la reticencia de Pyongyang de retroceder en sus propósitos militares y a su negativa a conversar con terceros en torno a este tema. Así pues, en Washington ya han armado una estrategia precautelar que comprende acciones preventivas contra instalaciones de lanzamiento, refugios antinucleares y fuerzas de respuesta misilística, entre otros instrumentos.
Mientras tanto, será difícil que Trump cuente con un esfuerzo de la China de Xi para ayudarlo a través del ejercicio de una mayor influencia sobre Corea. En China, más bien, han alertado calladamente a los estrategas de Washington sobre otra posibilidad que crece en fuerza ante una amenaza de la gran potencia. Corea del Norte pudiera pensar en invadir Corea del Sur
En Washington ya han armado una estrategia precautelar que comprende acciones preventivas contra instalaciones de lanzamiento, refugios antinucleares y fuerzas de respuesta milística.