Unión de arte y arquitectura
La arquitecta Odile Decq estuvo en la ciudad. Habla del papel de la mujer en la arquitectura.
Vestida de negro de pies a cabeza y con el pelo enmarañado, la reconocida arquitecta francesa Odile Decq se puso en frente de un escenario lleno que la esperaba para escucharla hablar sobre el oficio de ser arquitecta, una profesión que, según ella, estaba dominada por los hombres en su época. Esa situación se ha ido transformando, asegura ella, y ahora son las mujeres las invitadas a liderar este oficio.
Con su talento, estilo e irreverencia Odile supo abrirse paso como arquitecta. Aunque asegura que la arquitectura no es solo un oficio profesional. Quien se desempeñe en esa área, dice la francesa, debe pensar en cómo generar transformaciones desde su espíritu.
“Encontré mi manera de ser libre, y mientras puedas ser libre serás relevante y ver las cosas desde distintas perspectivas”.
Según la artista las mujeres tienen que empoderarse de sus oficios porque si se hace una revisión en la arquitectura, por ejemplo, no hay ninguna que haya construido un estadio o un edificio de gobierno. Por eso cree que afuera hay muchas posibilidades y que deben ser aprovechadas por las mujeres para hacer grandes cosas.
Sobre si ella como mujer ha logrado cambiar la cara femenina de la arquitectura, dice que no lo sabe. “Más que como mujer lo he hecho por mí misma. Cuando eres una mujer te toca luchar más, demostrar tu conocimiento. Ser del sexo femenino en la arquitectura es retador”.
A las mujeres, y también a los hombres que se están formando en las universidades, los invita a ser creativos, a evolucionar y a construir la arquitectura del siglo XXI. Por su parte ella quiere acompañar a esos jóvenes para que sigan trabajando en la evolución de la arquitectura tradicional.
Su arte
Con sus diseños arquitectónicos Odile cree que logra transmitir su espíritu. Adicionalmente, busca que la gente tenga diferentes experiencias. En el baño de un edificio que diseñó, cuando la gente se lava las manos en un tipo de contenedor “lo hacen como bailando con ellas, se vuelven actores y salen sonriendo”. En otro baño, por medio de espejos, Odile jugó con la percepción de los cuerpos, entonces la gente puede verse o más flaca, o más gorda, pero nunca como es realmente.
Ella también es artista, si bien llegó a las artes sin que- rer exhibir sus proyectos arquitectónicos. Según ella, si iba a exponer en una galería tenía que ser arte. De esa forma ha montado instalaciones de arte contemporáneo en las que, de alguna forma, no se aleja de la arquitectura por las formas y materiales que usa.
Entre sus proyectos hay instalaciones de arte como la que realizó en 2004 en Artist Space, Nueva York, llamada Sensual Hypertension. El montaje se logró con paredes irregulares, unas son blancas, otras son espejos, pero todas, explica la arquitecta, terminaban creando espacios que no existen, como paisaje y edificios. “Me gusta eso”, precisa.
Desde que era adolescente le gusta el negro, por eso es un color protagonista en su trabajo. Esa predilección se debe a que el negro puede ser neutral, como el blanco, y porque le gusta como se ve en los espacios. Odile además prefiere el rojo porque es vida y energía.
“Aunque el color depende de muchas cosas, como el
proyecto, las condiciones o la creatividad”, explica. “Todos son experimentos, pero sí hay algo seguro, y es que odio repetirme a mí misma”.
La arquitecta no tiene un método definido para realizar su trabajo, siempre está cambiando y asegura que no sigue ninguna doctrina. Cuando tiene un proyecto va al lugar que intervendrá con el fin de entender qué tiene alrededor. Después de eso su cerebro empieza “a rodar”. Luego comparte sus apreciaciones con las personas de su oficina, los retroalimenta para que ellos dibujen. En general, cuenta, independientemente de las tareas o el orden, ese trabajo es “una aventura narrativa e intuitiva”
“Me encanta descubrir las diferencias entre lugares, estar en distintas partes y ver qué tan diversa es la gente ”.