El Colombiano

LOS HIJOS NO DEBEN SER ARMA DE VENGANZA

- Por ÁNGELA MARULANDA angela@angelamaru­landa.com

Cuenta una historia que cuando dos mujeres que fueron llevadas ante el Rey Salomón porque ambas reclamaban a un mismo bebé como su hijo, el sabio monarca ordenó que la criatura fuera partida en dos y la mitad fuera para cada una. Pero una le suplicó que lo entregara intacto a la otra mujer, y así el rey determinó que ella era la madre y merecía tenerlo.

Las peleas por los hijos son hoy pan de cada día entre las parejas separadas que se disputan, entre otras, quién es el “dueño” de los hijos. Lo cruel es que en estos conflictos muchos padres sin saberlo “parten en dos” a los hijos con tal de perjudicar al otro, y en ese proceso destrozan a quienes más aman en la vida.

Lo usual en las separacion­es es que el papá utilice el dinero como venganza, y no dé lo que le correspond­e aportar. Así lo que logra es que sus hijos queden aún más solos porque, no solo ya no lo tienen a él a su lado, sino que además una mamá agobiada por sus problemas económicos no puede darles la presencia emocional que les urge.

Las mamás, a su vez, a menudo se vengan impidiendo que el papá esté con sus hijos para forzarlo a aportar lo que debe. Y así los convierten en un bien cuya compañía se alquila por un precio. Además, utilizarlo­s como chantaje para manipular a su papá es involucrar­los en una pelea que no es de ellos.

Lo grave es que esta guerra destroza a los hijos. Destroza su fe en los demás seres humanos porque será di- fícil confiar en alguien cuando las personas que más los aman los hieren con tal de saciar su sed de venganza.

Destrozan sus ilusiones sobre lo enriqueced­or que puede ser casarse porque para ellos es una experienci­a en la que cada uno no aporta su amor, sino su odio para acabar con el otro. Destrozan su esperanza en un mañana mejor porque cuando se crece en un hogar cargado de resentimie­nto va a ser difícil esperar que en el mundo exterior haya algo distinto.

Que la historia del rey Salomón nos sirva para darnos cuenta de que al darlo todo para salvar el bienestar de los hijos estamos salvando y preservand­o lo que más amamos en la vida. (angelamaru­landa@yahoo.com)

Lo cruel es que en estos conflictos muchos padres “parten en dos” a los hijos con tal de perjudicar al otro.

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