¿FIN DEL ROMANCE PUTIN-TRUMP?
Hace casi tres meses sugerí en la columna “¿Cuánto durará el romance Putin-Trump?”, que la supuesta buena relación entre estos dos líderes, a pesar del recíproco esfuerzo por adularse y minimizar sus máculas, tenía curso de colisión.
Dije que: “los factores políticos y geopolíticos, aunque menos evidentes y tempranos, son los que hacen pensar que hay más razones para el enfrentamiento que la amistad”…“los intereses geopolíticos de ambas naciones, tienen más discordancias que coincidencias. Menciono solo algunas. Cuando Trump deba defender los intereses geopolíticos de EE.UU. la contradicción con Rusia está servida. La participación activa de Rusia en Siria, la cual no le importa realmente a ambos, le da un poder en el medio oriente que va en contra de los objetivos y margen de maniobra estadounidenses”.
Algunos “foristas” encapuchados en seudónimos, cual cobardes anónimos que no dan su cara, dijeron que yo era un especulador de un medio de comunicación pervertido y un paria del Orden Mundial. Por favor tómense sus medicamentes psiquiátricos. Aunque lo más económico sería que hicieran ejercicios fatigantes para exudar la bilis que corre por sus venas en vez de sangre, por sus familias, por favor tómense sus medicamentos.
Como respuesta al infame bombardeo con gas nervioso a la población de Khan Shaykhun, el ataque estadounidense a la base área siria asistida por Rusia, aunque no implica necesariamente otra guerra, es un indicio de que lo que sugerí no era descabellado.
Una cosa es que un candidato presidencial estadounidense se muestre amigo de Rusia, pues supuestamente ya no es una amenaza real para EE. UU. y en cambio podría ser una oportunidad de negocios; y otra es desconocer los intereses de la nación que se va a dirigir. Sin duda Rusia, a menos que el Zar Putin decida disparar su antiguo nuclear como el que ha desarrollado en los últimos años, ya no representa una amenaza existencial para EE. UU., pero eso no la convierte en amiga ni siquiera en rival inofensiva.
Muchos de los intereses de EE. UU. como imperio, condición indeseada por muchos estadounidenses que se benefician de ella pero no quieren asumir los costos, siguen estando opuestos a algunos intereses de un dirigente astuto que siempre ha considerado que la derrota soviética en la Guerra Fría es la peor catástrofe geopolítica de la historia rusa.
He dicho en otras ocasiones que la Guerra Fría no subsiste pues no hay disputa ideológica, que era la naturaleza de dicha confrontación. Pero creer que no hay divergencias ni objetivos encontrados es de una inocencia monumental, casi del tamaño de la ineptitud de Obama disfrazada eufemísticamente de “prudencia”. En octubre de 2015 dije que: “Putin picó en punta ante un jugador como Obama que cree sus rivales cambiarán su forma de ser y se volverán buenos en el camino, como Irán, Cuba o los guerrilleros colombianos, y que por una aterradora incompetencia no entiende que frente a un sujeto como Putin, no avanzar es retroceder”