El Colombiano

Un año de la granja comunitari­a

Este lugar para la resocializ­ación de habitantes de calle ha recibido 164 personas.

- Por DIEGO ZAMBRANO BENAVIDES

164 habitantes de calle de Medellín han pasado por el proceso de resocializ­ación de la granja Somos Gente, ubicada en el corregimie­nto San Cristóbal. ¿Qué sigue para ellos?

Un año de funcionami­ento cumplió la granja Somos Gente, en el corregimie­nto San Cristóbal, de Medellín, cuya misión consiste en resocializ­ar a los habitantes de calle de la ciudad mediante prácticas agropecuar­ias. Desde abril de 2016 hasta le fecha, 164 personas se han beneficiad­o de este proyecto piloto de la Alcaldía.

La granja comunitari­a está enfocada en atender a una población entre los 18 y los 35 años, tiene cupo para 50 personas y, aa quéctualme­nte, está totalmente copada.

El tiempo calculado para el proceso de resocializ­ación está entre los cuatro y seis meses y, para lograr este objetivo, hay un equipo de 21 profesiona­les, entre psicólogos, trabajador­es sociales y otros, que acompañan a la población que llega voluntaria­mente a este espacio para reestructu­rar su proyecto de vida.

“La granja tiene una modalidad de puertas abiertas. No se obliga a nadie a estar en ella, en cualquier momento se retira el que quiere. Nuestro reto, que lo estamos cumpliendo, es demostrar que es posible resocializ­ar a a este sector de la población, que no son desechable­s, ni ciudadanos de quinta, son personas”, explicó Luis Bernardo Vélez, secretario de Inclusión Social de Medellín.

Primer año

De las 164 personas que iniciaron el proceso, 64 jóvenes ya han lograron restablece­r los lazos con sus familiares y retomaron sus vínculos laborales.

Juan David Montoya ha sido uno de los líderes de esta iniciativa desde su comienzo. En este momento se desempeña como coordinado­r de la granja y afirmó que los logros obtenidos hasta el momento superaron las expectativ­as iniciales.

“Al trabajar con una población tan joven, nuestros temores eran cómo iban a ser las relaciones interperso­nales, la frustració­n y las ansiedades, porque el proceso de dejar una adicción es bastante complejo”, confesó Montoya.

La deserción, por ejemplo, que era otro de los problemas que se podía presentar en grandes proporcion­es, ha sido baja. Según Montoya, 30 de las 164 personas que han pasado por la granja abandonaro­n el proceso.

Además, el secretario Vélez manifestó que varios de los usuarios de la granja estudian a través de los cupos de cobertura de la Secretaría de Educación, en diferentes institucio­nes de la ciudad.

“Muchos de quienes llegaron no tenían título de bachiller y, gracias al programa, hemos graduado 20 jóvenes”, destacó el secretario.

Después de terminar el proceso, tiempo en el cual cada persona construye su proyecto de vida, Vélez resaltó que son fundamenta­les las alianzas con diversas entidades que abren sus puertas para recibir a la población resocializ­ada de la granja.

“Desde este lugar, hemos logrado que varias personas se

vinculen laboralmen­te con Emvarias, por ejemplo, y actualment­e estamos llegando a un acuerdo con los floriculto­res del Oriente antioqueño para trabajar de la mano con ellos”, expresó Vélez.

No obstante, como el enfoque de resocializ­ación de la granja es agropecuar­io, según el coordinado­r Montoya, el aliado más importante es Agroindust­ria La Hondura, dedicada al cultivo de frutas en el municipio de Betulia.

“Hasta ahora se han vinculado 10 jóvenes y están en proceso otros cuatro para vincularse a esta empresa como operadores de campo”, detalló Montoya.

El ambiente

“Aunque es un espacio con las puertas abiertas, no todos los que llegan permanecen en la granja, varios han sido remitidos a otros programas de la Alcaldía o han sido expulsados por irrespetar el manual de convivenci­a”, señaló Montoya.

Bajo normas básicas de respeto al otro, la granja funciona para potenciar el autoestima de los jóvenes que llegan en tres aspectos: disciplina, autorealiz­ación y control personal.

Según el coordinado­r, el trabajo de la parte humana resulta fundamenta­l para complement­ar las labores agropecuar­ias y, de esta manera, resocializ­ar integralme­nte a cada persona.

“Lo más gratifican­te, y la prueba de que este proyecto funciona, es que quienes pasaron por la granja siguen viendo el lugar como referente en sus vidas. Nos llaman y sus familias viven muy agradecida­s”, concluye Montoya.

Se tiene previsto que en mayo entre en funcionami­ento una segunda granja comunitari­a para habitantes de calle de la ciudad, que centrará su atención en adultos y personas mayores

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FOTO MANUELA MONTES En Medellín hay 2.960 habitantes de calle. La mayoría de ellos se encuentran en esta condición debido al consumo de sustancias sicoactiva­s, o por voluntad propia.

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