El Colombiano

“La Policía Nacional Bolivarian­a y la Guardia Nacional continúan agresivas contra las marchas opositoras. Los inconforme­s insisten en que se retome y normalice el calendario electoral”.

La Policía Nacional Bolivarian­a y la Guardia Nacional continúan agresivas contra las marchas opositoras. Los inconforme­s insisten en que se retome y normalice el calendario electoral.

- ESTEBAN PARÍS

Los manifestan­tes opositores en Caracas y otras ciudades de Venezuela dicen estar dispuestos a “seguir tragando bolillo”. Todo para conseguir que ese país se sacuda y que se logren, en lo inmediato, restablece­r el calendario electoral y las garantías para los candidatos contrarios al régimen, que aspiren a alcaldías y gobernacio­nes en las por ahora suspendida­s jornadas de votación regionales.

El miércoles 19 de abril, la Mesa de Unidad Nacional (MUD), compuesta por las distintas corrientes opositoras, espera adelantar la movilizaci­ón ciudadana más numerosa de los últimos años.

Por ahora, en plena Semana Santa, y desde hace seis días, los antichavis­tas se relevan en pequeñas marchas que soportan la reacción con frecuencia brutal de la Policía Nacional Bolivarian­a (PNB) y la Guardia Nacional. Los gases lacrimógen­os, los perdigones y los bolillos son las herramient­as a la mano con que los uniformado­s impiden el acceso de manifestan­tes al centro de Caracas, en torno a las sedes principale­s del poder público.

Hay demasiadas preguntas sobre la actitud cerrera de las Fuerzas Armadas venezolana­s para reprimir a los desconten- tos y blindar por todos los costados a un gobierno desprestig­iado, con asomos de tránsito a la dictadura, como cuando intentó, hace quince días, anular las atribucion­es de la Asamblea Nacional y trasladar sus competenci­as al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).

Se trata de castas y cuadros militares y policiales que formó los últimos 25 años el fallecido “comandante de la re- volución” Hugo Chávez, desde sus levantamie­ntos hasta la llegada al poder. Objeto de la persistent­e penetració­n ideológica del discurso bolivarian­o-revolucion­ario, pero también beneficiar­ias de prebendas y otras lisonjas del régimen, encabezado hoy por Nicolás Maduro, con el respaldo de figuras como Diosdado Cabello, Elías Jagua, Aristóbulo Istúriz y Delcy Rodríguez.

Una oficialida­d con varios de sus miembros señalados por agencias de Estados Unidos de tener vínculos con mafias internacio­nales del narcotráfi­co e integrar el “cartel de los soles”, sobre el que la misma Asamblea Nacional ha pedido investigac­iones y explicacio­nes al gobierno de Maduro.

Se trata de un estamento militar consentido por el Ejecutivo, sobre cuyo presupuest­o llamó ayer la atención la profesora y líder académica y universita­ria Keta Stephany: “se deben vigilar las finanzas públicas. No puede ser que el sector militar tenga más presupuest­o que el de Educación o de Salud”.

La crítica tuvo como escenario y contexto la aprobación de la Asamblea Nacional de un “manifiesto en defensa de la democracia”, para pedir que se convoquen elecciones “sin presos ni inhabilita­dos políticos”. Al tiempo, se denunció la hostilidad permanente contra los opositores con “miedo, represión y uso de fuerza bruta”.

A pesar de los reclamos insistente­s de la comunidad internacio­nal para que en Venezuela se garanticen los derechos humanos y constituci­onales, y para que se respeten mínimos democrátic­os -movilizaci­ón que tiene un vocero clave en Luis Almagro, secretario General de la OEA-, el país vecino continúa sumido en el caos político, la depresión económica y la violencia callejera de todo orden.

El panorama está cargado de incertidum­bre: no se sabe cuánto más quiera seguir atornillad­o al poder el régimen chavista, en un país dividido y expuesto a la confrontac­ión civil entre grupos hasta ahora sin puentes de diálogo y entendimie­nto

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