POR QUÉ ES MAYOR LA SEMANA MAYOR
Se le llama semana mayor, aunque tenga la misma antigüedad de todas y la misma duración. El superlativo “mayor” es, entonces, una metáfora. Algo que dice más allá de lo que dice.
En el caso de estos días de vacaciones obligadas, ese calificativo parece poner el acento en la reflexión, también obligada, que todavía acompaña al menos al jueves y viernes.
En épocas idas no pasaban en las emisoras más que música clásica. Y, claro, sermones de siete palabras. Se castigaban ciertas comidas, los niños que nadaban se convertían en peces. Hoy estos ritos y suposiciones pertenecen al sanalejo de la historia.
A pesar de todo, en estos días la gente piensa. Será influjo del incienso que se proyecta a las calles desde las procesiones. O de ese sedimento mítico, mez- cla de miedo y curiosidad, con que siguen naciendo los niños.
En vista de que aquí la voz cantante la lleva la religión, es bueno indagar por el contenido de esos pensamientos. No importa que sean instantáneos, vacilantes, surgidos en las bisagras del tiempo que son la duermevela, el despertar y algún diálogo con alguien apesadumbrado.
El filósofo judío vienés de primera mitad del XX, Ludwig
Wittgenstein, afecto a los aforismos, consignó el siguiente que viene exacto a esta inquietud: “La forma en que empleas la palabra ‘Dios’ no muestra en quién piensas sino lo que piensas”.
En efecto, tal vez no haya palabra más saturada de contenidos contrapuestos que la de dios. Tanto que algunos la escriben con mayúscula inicial, otros con minúscula. Seguramente los primeros creen que solo hay uno, mientras los segundos respetan la enorme variedad de deidades admitidas por los pueblos y las eras.
En este punto radica la agu-
deza de Wittgenstein. Emplear esa palabra no equivale a nombrar a alguien sino a pensar en algo. Si el vocablo dios fuera unívoco, ¿cómo conciliar la invocación “Alá es grande”, utilizada entre explosivos por los lobos suicidas del Islam, con el dios misericordioso de un san Francisco de Asís?
Así pues, aunque la reflexión de estos días esté inscrita en los aires del vocabulario religioso, en plata blanca alude a la pesadumbre radical que cada hombre porta cuando se mira al espejo.
Por eso es mayor esta semana mayor. Porque es propicia a la filosofía y a la nostalgia, porque es una cita pausada ante el tribunal de la conciencia
A pesar de todo, en estos días la gente piensa. Será influjo del incienso que se proyecta a las calles desde las procesiones. O de ese sedimento mítico, mezcla de miedo y curiosidad, con que siguen naciendo los niños.