ESCOLARIDAD SIN ASIGNATURAS
La determinación del gobierno finlandés de suprimir las asignaturas tradicionales del currículo escolar no es una novedad. Desde tres décadas atrás, he conocido varios movimientos, incluso en nuestro medio, que han pretendido abrir camino para este reto. Muchas escuelas, sobre todo del sector privado, han marcado un meritorio historial en este sentido. El mismo país nórdico tardó muchos años en hacer realidad esta alternativa que, iniciada en el 2016 con los dos últimos grados del bachillerato, después de evaluar resultados, se extendería a los demás grados de la educación básica en el 2020. La lentitud para esta implementación se explica por la complejidad del esquema educativo propuesto, porque rompe arraigados paradigmas de la enseñanza.
Esta propuesta argumenta que la forma tradicional de educación, dividida en áreas académicas, no prepara a los estudiantes para sus vidas, cuando necesitarán pensamiento interdisciplinario, mirar los problemas desde distintas perspectivas, y usar diversas herramientas cognitivas. Cuando enfrentan la vida se dan cuenta que los saberes se implican, que la vida es para resolver problemas, y entender situaciones y fenómenos desde distintas aristas. Por ejemplo, el estudio de las abejas deja de ser un tema exclusivo de las Ciencias Naturales, para transformarse en un objeto de investigación que integra casi la totalidad de las asignaturas tradicionales, incluso la Geometría -la construcción de sus panales sobrepasa la precisión de muchas estructuras modernas-.
Para muchos es impensable una escolaridad sin asignaturas, clases magistrales, pupitres, aulas tradicionales, sin campana, horarios, libros de texto, exámenes ni deberes. En esa comprensión, las aulas se transforman en ambientes de trabajo colaborativo, donde no hay espacio para las verdades acabadas, y sí para la permanente pregunta. En lugar de asignaturas distribuidas por horarios, los estudiantes, con apoyo de las nuevas tecnologías de comunicación, desarrollan proyectos temáticos y transversales, donde generan debates sobre problemas reales, y los profesores, con visión global, van incorporando los conceptos de las distintas áreas del conocimiento. Porque apuestan, más por la comprensión de los conceptos que por su memorización, en lugar de exámenes, profesores y estudiantes elaboran informes cualitativos que dan cuenta de las capacidades y conocimientos adquiridos. Los libros de texto se utilizan sólo como herramientas de consulta, y son comunes a todo el equipo, como el resto de ayudas educativas.
El principal desafío que enfrenta esta pretensión es contar con maestros que encajen en esa aventura. La nueva alternativa significa para ellos una mayor preparación, y la necesidad de cultivar el olfato para saber en qué momento del aprendizaje, que es único y global, es pertinente ingresar un componente ambiental, geográfico, histórico, matemático, lingüístico, etc. Les exige entonces una atenta participación, como tutores, en los descubrimientos que los mismos estudiantes van haciendo a través de sus indagaciones y experimentaciones. Al maestro inexperto, esta propuesta se le vuelve un nudo de anzuelos, una totalidad que lo obnubila.
El maestro deja de ser el que todo lo sabe, y se convierte en coordinador de grupos pequeños de trabajo que construyen conocimiento de manera colectiva. Ahora, acompaña y guía al alumno, según sus capacidades, intereses y ritmos. Ya no tiene el control tradicional sobre sus cursos. Debe aprender a trabajar de forma colaborativa con sus alumnos y colegas docentes. Su trabajo no tiene la muleta de las clases magistrales.
Las pedagogías alternativas innovadoras tienen que dejar de ser un privilegio de las instituciones privadas y de los países avanzados. Nos demoraremos para dar ese paso. Todavía, para nosotros, educación y escolaridad son equivalentes a textos, exámenes y aulas de clase. Ese es un chip no fácil de cambiar. Habrá que insistir
En lugar de exámenes, profesores y estudiantes elaboran informes cualitativos que dan cuenta de las capacidades y conocimientos adquiridos. El maestro deja de ser el que todo lo sabe.