Oriente: futuro ordenado
La iniciativa de crear un Área Metropolitana en el Oriente de Antioquia gana fuerza. Hay razones: pensar en conjunto infraestructura, movilidad y servicios públicos. Proceso paciente, pero clave.
Las críticas a cierto desorden vial y constructivo, la necesidad de desarrollar en conjunto los potenciales turísticos y empresariales y la urgencia de proyectar y regular servicios públicos esenciales en una escala subregional, son algunas de las razones por las que los municipios del Oriente de Antioquia deben empezar a vislumbrar su integración en un Área Metropolitana que unifique y complemente criterios de planeamiento urbano.
Se trata de 23 municipios de los cuales, por lo menos, el 50 por ciento puede entrar en el proceso de concebir la creación de una figura que traería, además, otros beneficios como acceder a recursos de la Nación, recibir cooperación técnica y emprender proyectos de interés común.
No son secreto la autonomía y dinámicas propias que están ganando las municipalidades orientales. En el Valle de San Nicolás y en su extensión montañosa hacia el suroriente o a los bosques del Nare.
Más de 560 mil habitantes que, año a año, crecen sus demandas en asuntos esenciales como la salud, la educación, la movilidad, el medioambiente, los servicios básicos de energía, el ordenamiento territorial, la industria, el empleo y el emprendimiento; agua, alcantarillado y telefonía. Además, del deporte y la recreación, el turismo y el tráfico terrestre y aéreo nacional e internacional. Oriente, puede decirse sin rodeos, tiene vida propia.
Ya no cabe, como ocurría 15 o 20 años atrás, hablar de un “segundo piso” o de una zona de expansión de Medellín. Hoy se trata de una subregión no solo disparada en todos sus indicadores y demandas socioeconómicas, sino en una explosión demográfica y urbanística que no debe darse en un ambiente de dispersión, egoísmo o apatía de sus municipalidades y gobernantes.
Es compleja y paciente la tarea de crear un Área Metropolitana como autoridad reguladora de procesos comunes. Tal vez el mayor escollo esté en la refrendación que requiere, mediante consulta popular, un SÍ del 25 por ciento del censo electoral. Pero es precisamente la tarea pedagógica que deben iniciar desde ya sus alcaldías, líderes y estamentos de todo orden.
Acaba de darse un ejemplo con Envigado, que anexó al Área Metropolitana de Medellín des- pués de muchos años de una distancia respetable, pero que cada vez se hizo menos entendible frente a la necesidad de que todos los municipios del Valle de Aburrá robustecieran esfuerzos y unificaran criterios en proyectos que atraviesan sus territorios y cuyo buen resultado y funcionamiento depende, precisamente, de una visión compartida de presente y futuro.
Está a la mano, según el criterio de algunos mandatarios del Oriente, la figura de la provincia, que tiene “menos requisitos de ley” y que puede ser recurrida en caso de que gane mayor respaldo que la metropolitana.
Pero, en el fondo, lo fundamental es que aquella subregión encuentre el modelo integracionista que le permita corregir errores, sortear dificultades y restar limitantes a un desarrollo compartido en lo económico, social y, si se quiere, político. Apostar por una región en la que claudiquen las autonomías y los ensimismamientos a ultranza y en la que prospere un sentido unitario y cooperativo para obras que superan fronteras territoriales y administrativas.
Que Oriente siga en busca de la fórmula para aunar voluntades, recursos y planes que multipliquen orden, eficiencia y riqueza humana