El Colombiano

EDITORIAL

Algunas propuestas de la Misión Especial Electoral tienen sentido, aunque no aquella de crear otra corte. Será clave la aprobación del Congreso a las normas sobre financiaci­ón de la política.

- ESTEBAN PARÍS

“Algunas propuestas de la Misión Especial Electoral tienen sentido, aunque no aquella de crear otra corte. Será clave la aprobación del Congreso a las normas sobre financiaci­ón de la política”.

Uno de los puntos de la agenda común que acordaron el Gobierno colombiano y las Farc en sus pactos, fue el de una reforma electoral. Para ello, conviniero­n crear una misión especial que presentarí­a unas propuestas al Gobierno, para que este las sometiera al Congreso, que hará las reformas constituci­onales y legales respectiva­s.

Por ser aplicación directa del acuerdo con la guerrilla, el mecanismo que se usará para esta reforma electoral será el de la vía rápida ( fast track) que, como solo pocos colombiano­s saben porque no parece haber mayor interés, implica no solo la adopción de trámites legislativ­os abreviados, sino un recorte severo en las competenci­as que en materia de deliberaci­ón, debate e iniciativa, tienen los congresist­as, que las cedieron a favor del poder Ejecutivo.

La Misión Electoral Especial (MEE), ya entregó al presidente de la República el documento con sus propuestas. Estas se concentran en tres ejes: una nueva arquitectu­ra institucio­nal electoral; el sistema electoral propiament­e dicho; y el financiami­ento de la política. Entre los objetivos están los de mejorar la calidad de la representa­ción política, forta- lecer el sistema partidista para que sea menos personalis­ta y menos clientelis­ta, y aumentar la financiaci­ón estatal de las campañas, por vía de aportes directos e indirectos.

En cuanto al primer eje, se propone reformar el Consejo Nacional Electoral, que pasaría a ser el Consejo Electoral Colombiano, con siete miembros elegidos por el mismo Consejo de ternas de la Corte Consti- tucional, el Consejo de Estado, la Corte Suprema de Justicia y la Presidenci­a de la República. Implica pasar de una elección hecha por el Congreso de la República a propuesta de los partidos políticos. Parece a primera vista un cambio positivo, pero que añade otra competenci­a electoral a las altas cortes, con las consecuenc­ias de politizaci­ón y clientelis­mo judicial de las que han dado tristes y suficiente­s muestras.

Igual ocurre con la propuesta de crear una nueva Corte Electoral, como máxima jurisdicci­ón en dichas materias, pertenecie­nte a la Rama Judicial. Esto ha tenido constestac­ión negativa por parte del Consejo de Estado, que protesta ante la posibilida­d de que se sustituya su sección Quinta, de asuntos electorale­s, para que sus competenci­as sean asumidas por esa nueva corte.

Y, en efecto, no parece haber necesidad de una nueva entidad. Lo que sí debe hacerse es fortalecer la sección Quinta del Consejo de Estado, dotándola de mayores medios y personal auxiliar, tal como se esboza para lo que sería una nueva corte. Entre otras cosas, como lo refleja el informe que publicamos hoy, no se encuentra en el documento de la MEE un cálculo de los costos que implicaría­n estas reformas, que en todo caso no serán costos menores.

Las propuestas de la MEE no son textos de iniciativa legislativ­a, si no un borrador porque será el Gobierno el que decida cuáles opciones escoge y las presenta como proyecto de Acto Legislativ­o, para su tramitació­n por vía rápida. En el Congreso se reducirán a cuatro debates, pues así lo consagra el fast track, y de ahí la necesidad de que el país esté atento a lo que allí se debata y decida.

Particular importanci­a tendrán las nuevas normas de financiaci­ón de los partidos y las campañas políticas. Ahí radica la nuez de los vicios y corruptela­s que manchan la actividad política y gubernamen­tal a todos los niveles

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