El Colombiano

Remedios tiene oportunida­d de cambiar el rumbo

Reactivar el agro en el Nordeste de Antioquia será uno de los retos que trae consigo el acuerdo de paz. Minería y deforestac­ión, principale­s obstáculos.

- Por SANTIAGO VALENZUELA A.

Salir del municipio de Remedios hacia la zona veredal de Carrizal, donde están concentrad­os los integrante­s del Bloque Magdalena Medio de las Farc, es dejar atrás el paisaje urbano, de comercio, música y bares, para transitar por una vía destapada y silenciosa, donde las fincas están escondidas y solo se siente el eco de la cordillera central.

El ruido de las minas de oro es lo único que queda cuando el carro pasa por Segovia. En una mañana lluviosa no hay vehículos transitand­o, tampoco se ven campesinos labrando el campo. De repente aparecen algunas mulas cargando bloques de madera, lo demás es silencio.

En un día soleado, un carro puede tardar tres horas para ir hasta Carrizal. Ese día lluvioso, cuando visitamos la vereda, fueron siete horas para llegar, incluyendo una pausa por la carretera inundada, donde se varan chivas, autobuses y carros particular­es.

A medida que avanza la carretera, el bosque va desapareci­endo, de forma descarada. El paisaje verde es eclipsado por árboles quemados, hectáreas completas. Paradójica­mente, en esas zonas deforestad­as hay estaciones de policía incrustada­s en las montañas.

Si no son hectáreas deforestad­as, el paisaje es ganadero o minero. Es necesario salirse de la carretera para encontrar un cultivo de maíz, tomate o yuca. Es, como dicen los pobladores, “un pueblo 100% minero”.

A la entrada de Carrizal se pueden ver algunas casas marcadas con la bandera o las letras del Eln. Casas en donde habitan campesinos dedicados principalm­ente al comercio de madera. A unos 15 minutos del casco urbano de la vereda queda el campamento de agrupamien­to de las Farc, donde hoy se construyen casas blancas de cemento. En frente, un campamento del Ejército y unas casas del Mecanismo Tripartito de Monitoreo y Verificaci­ón.

Desde la zona de recepción del campamento de las Farc “Teo” mira a lo lejos. Es un in- tegrante de las Farc que se unió a la guerrilla en 1989, después de ser perseguido en Medellín por hacer parte de las juventudes comunistas.

Más allá de los retrasos que se están presentand­o en la construcci­ón y la adecuación de la zona veredal, donde todavía falta adecuar espacios y construir nuevas casas, a Teo le preocupa el paisaje que se ve desde la vereda: “¿En qué vamos a trabajar cuando regresemos a la vida civil?”.

Se lo pregunta porque él y sus compañeros no están de acuerdo con generar deforestac­ión. De hecho, el pasado 13 de abril comenzaron a reforestar los alrededore­s de la zona veredal con la ayuda de estudiante­s de la Universida­d Nacional. Un intento que, ellos saben, es mínimo.

De fondo, como lo admite el comandante ‘Alberto Cancharina’, reactivar la agricultur­a en una región principalm­ente minera y ganadera implica conflictos: “Nosotros le estamos apostando a la reforestac­ión en toda la región. Sabemos que la minería causa un grave daño al ecosistema, lo que tenemos que buscar es cómo reparar eso”.

Su preocupaci­ón es compartida por la Alcaldía de Remedios. Carolina González, secretaria de Gobierno del municipio, cuenta que el reto de la institucio­nalidad es inmenso. “Nosotros nos enteramos de que íbamos a ser zona veredal a comienzos de 2016. Todo esto nos ha tomado por sorpresa porque para implementa­r los puntos del acuerdo se necesita institucio­nalidad. Tenemos mas de 1.985 km cuadrados, un presupuest­o por 45.000 millones de pesos para intervenir 53 veredas, 2 corregimie­ntos y mejorar la calidad de vida de 29.000 habitantes. No será fácil”.

Momento histórico

Los deseos del comandante de las Farc y de la secretaria de Gobierno deben pasar del plano ideal a la realidad. El primer punto del acuerdo de paz, sobre el agro, apunta justamente lograr una “política de desarrollo agrario integral”.

Uno de los objetivos consiste en erradicar la pobreza rural extrema y disminuir, en un lapso de 10 años, el 50% de la pobreza en el campo. Este punto incluye, por ejemplo, la protección de las áreas de especial interés ambiental.

Estos objetivos, vistos desde la carretera fangosa de Carrizal, desde las plantas de mercurio en el costado de la vía, se ven lejanos. Solamente en Carrizal un bulto de maíz

cuesta 150.000 pesos, el doble de lo que vale en Remedios, donde sí es posible transporta­r productos agrícolas, donde es fácil acceder a un fertilizan­te y donde llegan frutas y verduras de Medellín.

Transforma­r la realidad de Remedios requiere más de 10 años y un esfuerzo institucio­nal enorme. Así lo explica el secretario de Desarrollo Social y Agropecuar­io de Remedios, Gustavo Vidales :“cerca del 80% de la población (23.000 habitantes) trabaja en minería, esto sucede desde la colonia. Pese a que el territorio tiene más del 70% catalogado como jurisdicci­ón rural, la población vive más que todo de la minería y la ganadería. En el tema agrícola hay cosechas de arroz, frijol, yuca, plátano, entre otros productos que se utilizan principalm­ente para la canasta familiar. Nada se exporta”.

En los estudios de la alcaldía aparece que la tierra en Remedios es idónea para cultivos de yuca, maíz, sandía, plátano, zanahoria, tomate, auyama, entre otros. “La realidad es que nuestros campesinos cuentan con asistencia técnica para semillas, mallas, fertilizan­tes,

“¿En qué vamos a trabajar cuando regresemos a la vida civil?”. “TEO” Integrante de las Farc

pero hace falta mucho más. Transporta­r los alimentos resulta costoso, no se compensan los gastos de la producción con lo producido. Le pongo un ejemplo: una producción de libra de pollo les cuesta entre 3.800 pesos y 4.000 pesos , y a Remedios lo traen desde Medellín y cuesta 2.800 o 3.000 pesos. No es rentable”.

Además de dificultad­es para impulsar el desarrollo agrícola, Remedios es uno de los municipios más deforestad­os de Antioquia. De acuerdo con un estudio del Departamen­to Nacional de Planeación (DNP) tiene 2.110 hectáreas deforestad­as, que representa el 1,50 % de la deforestac­ión nacional y el 39,81% municipal.

¿Qué hacer con la minería?

No hay que salir de remedios para ver las minas, la mayoría informales. Tampoco es necesario un esfuerzo mayor para ver la contaminac­ión en los ríos por la minería de aluvión.

Una de las minas más conocidas en Remedios es Palmichala, no solo porque es fuente de empleo para cerca de 80 trabajador­es, sino porque intenta cumplir con las normas nacionales, aunque utilice mercurio para sacar el oro.

La mina es reconocida, además, por sus 42 años de historia: “Antes la minería se hacía acá artesanalm­ente, con pala en el río. Esto fue evoluciona­ndo y ahora se ha tecnificad­o. Utilizamos mercurio para recuperar entre el 45 y 50% del oro. Como por norma del Ministerio de Minas debemos dejar de usar mercurio para el otro año, necesitamo­s duplicar la producción para comprar equipos más avanzados”, cuenta Jaime Núñez, coordinado­r encargado de la mina.

Palmichala, que es una de las pocas minas formales del municipio, tiene reservas por 30 años más para producir oro. Núñez cuenta que hay cientos de trabajador­es que esperan trabajar en una mina formal: “Un minero puede ganar un jornal diario de 120 mil pesos o 140 mil pesos. A un campesino no le pagan más de 30 mil pesos trabajando como jornalero”.

El secretario de Ambiente y Minas de Remedios, Wilman Augusto Cañas , cuenta que el problema de la contaminac­ión con mercurio no es tan fácil de resolver: “Remedios es un municipio netamente minero, no hay un censo, pero por donde quiera que usted vaya verá minas. Lo que estamos tratando de hacer es de construir una planta general para que los mineros se trasladen y trabajen desde allí, no con mercurio en diferentes zonas del municipio”.

La esperanza

A unos 5 kilómetros de una mina ilegal está la huerta de Marta Nubia Uribe, madre soltera, con 7 hijos. Hace 20 años vive en una parcela en la vereda San Cristóbal. Empezó trabajando en minas informales para el sustento de sus hijos. Sin embargo, las condicione­s la llevaron a la agricultur­a.

“Acá la comida es muy cara y a mí siempre me ha gustado la agricultur­a. Aprendí lo más de fácil a cultivar yuca, papa criolla, tomate y plátano. Y ahí pues con la huerta casera pude darle comida a mis hijos y los gastos disminuyer­on mucho. Cómo será que hasta mis vecinos me compran”, cuenta.

En medio de fincas desérticas y prados extensos para ganadería se ve otra finca con cultivos de cacao y guanába- na. Allí vive José Guzmán, quien siguió el ejemplo de su vecina Marta: “Yo comencé hace 10 años con cultivos de cacao. Apenas tengo 5 hectáreas pero la tierra es muy buena, siempre que he sembrado el cultivo produce. Aquí al lado usted ve vecinos que queman mucho la tierra para traer ganado. Puede que produzcan más que yo, pero a mí no me gusta la quema, ya tengo 500 palos de cacao”.

Las historias de Marta y José son vistas en la Alcaldía como prospecto de lo que podría ser el posconflic­to. Carolina González, secretaria de Gobierno, cree que el cambio está empezando por este tipo de personas: “Nosotros tenemos en el Registro Único de Víctimas 5.500 personas. La guerra nos ha afectado mucho, desde 1963 las Farc ha estado en la zona. El oro representa un atractivo para los grupos organizado­s, entonces cuando las personas de verdad le apuestan por la agricultur­a nosotros y el Gobierno debe apoyarlos”.

Aunque se la juega por la paz, secretario de Ambiente y Minas no cree que proyectos extractivo­s se acaben en un corto o mediano plazo: “La minería constituye la fuente ingresos para un mínimo vital de muchísimas familias. Pero yo le digo algo, la tranquilid­ad que se respira por estos días no se respiraba antes. Dicen en las calles que es mejor tener 1.000 hombres rompiendo la roca que 1.000 hombres armados con un fusil”

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Marta Nubia Uribe es una de las pocas campesinas que le han apostado a la agricultur­a en el municipio.
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FOTO JAIME PÉREZ La falta de acueducto imposibili­ta el uso adecuado del agua en la vida diaria.
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FOTO JUAN A. SÁNCHEZ Las calles en Carrizal no están pavimentad­as y el agua no es potable.
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FOTO JUAN A. SÁNCHEZ En Carrizal abunda la tala de madera y no se reforestan los campos intervenid­os.
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FOTO CORTESÍA YANN DECAUMONT
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FOTO SANTIAGO VALENZUELA A José Emilio Tobón no le alcanza el cultivo de cacao para subsistir .
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FOTO JAIME PÉREZ La mayoría de minas utilizan el mercurio para recuperar el oro.

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