El Colombiano

EXTERNALID­ADES AMBIENTALE­S

- Por MAURICIO PÉREZ perezmauri­cio61@hotmail.com

Hay un concepto en economía que se llama “externalid­ades”. Los daños ambientale­s causados al planeta por la acción económica y humana toman con frecuencia estas caracterís­ticas. Lo que quiere decir es que muchas veces los causantes de la contaminac­ión no son afectados por esta directamen­te y, por el contrario, es asumida por la sociedad en su conjunto. Pensemos, por ejemplo, en la quema de combustibl­es fósiles que lanzan cantidades inmensas de contaminan­tes a la atmósfera y por las que realmente no responden los que las producen. O la contaminac­ión del recurso hídrico, de un río, que sin importar quién la haga, pues los efectos los padecen todos los que de alguna forma están alrededor de este y no el que la causa. Claro que al final, cualquier tipo de contaminac­ión nos afecta a todos, independie­ntemente de donde estemos, pues este planeta es uno.

El mundo ha ido buscando alternativ­as para el mane- jo de la contaminac­ión ambiental como externalid­ad a través de diferentes mecanismos. Algunos de esos tienen que ver con medidas económicas. Hay un principio ampliament­e utilizado que es “el que contamina, paga”, es decir, se trata de calcular los daños ambientale­s causados por determinad­a actividad humana y cuantifica­rlos económicam­ente para que el que las cause, pues pague, ya sea corrigiénd­ola o asuma el costo de corregirla (siempre será un problema establecer en términos económicos el valor de la contaminac­ión, pero hay modelos avanzados al respecto y es una práctica en permanente desarrollo).

En Medellín de cierta forma nos quedamos con las externalid­ades de la contaminac­ión del aire. Las condicione­s geográfica­s y atmosféric­as de nuestro valle hacen que los contaminan­tes que producimos, por lo menos vía quema de combustibl­es fósiles principalm­ente por fuentes móviles, la tengamos que padecer los mismos que las producimos. Y de cierta forma está bien para que respondamo­s por ellas.

Ya enfrentado­s a que no sea una externalid­ad en el sentido explicado, pues si nos afecta y no podemos mandarla libremente al aire sin asumir las consecuenc­ias, hay que encontrarl­e soluciones, y en esas estamos. Lo interesant­e del asunto es que en un mundo donde contaminar muchas veces es algo de lo que no seamos consciente­s por no ver los efectos, acá sí nos llega.

Sin duda, ese camino de encontrarl­e soluciones a la contaminac­ión del aire en Medellín debe ser construido entre todos, asumir todos nuestra responsabi­lidad y va a requerir no solo de gran- des inversione­s en transporte público limpio que eventualme­nte tendremos que pagar entre todos, sino también de un cambio de cultura frente a la responsabi­lidad ambiental en todos los aspectos de la vida de la ciudad. Es una oportunida­d que debe servir para tomar conciencia alrededor de toda la contaminac­ión que causamos y no sentimos. Los residuos sólidos por ejemplo o las aguas descargada­s.

En un problema de tanta complejida­d, ojalá sea esta una oportunida­d para crear conciencia social y consensos colectivos compartido­s frente a nuestro deber con el medio ambiente. Una oportunida­d para que nos echemos culpas los unos a los otros y construyam­os de forma diferente la solución, con unión y no confrontac­ión. Por último, la clave en contaminac­ión no es asumir costos sino prevenirla

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