¿EXTENSIÓN O ASISTENCIA TÉCNICA?
En cumplimiento de lo pactado en el Acuerdo de Paz, el Gobierno viene presentando a consideración del Congreso de la República un conjunto de proyectos de Ley que tienen que ver con los sectores agropecuario y rural. Entre ellos se encuentra uno sobre tierras y otro sobre el sistema de innovación sectorial.
Según se ha conocido, en el proyecto sobre innovación se proponen modificaciones al actual esquema y a la operación de la Asistencia Técnica Agropecuaria (ATA) y se considera, de nuevo, el olvidado, pero muy vigente, concepto de extensión agrícola.
El hecho de retomar estos dos conceptos, que, para muchos significan lo mismo, no es algo de menor importancia, pues, aunque por un buen tiempo la extensión agrícola fue eclipsada por el auge de la asistencia técnica (entre otras cosas entendida esta, en nuestro medio, de diversas maneras), en la literatura internacional y en su aplicación práctica alrededor del mundo continuó estando vigente.
En Colombia, por ejemplo, la normatividad actual se refiere a la asistencia técnica agropecuaria y las Umata prestan, preferencialmente, este servicio a los pequeños productores. Al mismo tiempo, en la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia ha operado, de tiempo atrás, su servicio de extensión.
Según la FAO, la Asistencia Técnica Agropecuaria se define como la transferencia, la aplicación y la sostenibilidad de tecnologías diseñadas para ayudar a los países en vías de desarrollo a construir modernos sistemas agrícolas y alimentarios. Para esta entidad, el concepto de ATA implica, además, la búsqueda de soluciones para los problemas que conlleva el paso de la agricultura tradicional a sistemas de producción más modernos y complejos.
En términos más prácticos, y según algunos especialistas, la ATA se entiende como la transferencia de tecnología a un productor agropecuario por parte de un experto.
Por su parte, la FAO concibe la Extensión Agrícola y Rural como un servicio o asistencia que, mediante procedimientos educativos, ayuda a la población rural a mejorar los métodos y las técnicas agrarias, a aumentar la productividad y los ingresos, a mejorar su nivel de vida y a elevar las normas educativas y sociales de la vida rural.
Por tanto, la principal función de la extensión es la divulgación y la asesoría con la intención de promover el conocimiento, las actitudes, las habilidades y las aspiraciones de los productores rurales y sus familias.
En un trabajo del Programa Midas de Usaid se propuso la integración de ambos conceptos considerando que, para el caso colombiano, la ATA se puede diferenciar según el tipo de productor. De esta forma se plantean tres tipos de ATA: la básica (que equivale a la extensión), la intermedia y la especializada.
En el proyecto presentado por el Gobierno sobre el sistema de innovación agropecuaria no parece existir este tipo de integración, pues se privilegia la concepción que el propio proyecto trae de extensión sobre la ATA.
Ello no deja de ser extraño, pues se trata de un sistema que, en teoría, debería incorporar ambos conceptos y más cuando la base del mismo es el conocimiento, que debe circular entre todos los actores del sistema
En el proyecto presentado por el Gobierno no parece existir la integración que propuso el Programa Midas de Usaid.