El Colombiano

LOS RÍOS TAMBIÉN SON PERSONAS

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ ramirove@elcolombia­no.com.co

Podría parecer extraño a aquellos que al ser humano como dueño único de todo lo que habita el planeta, pero la decisión de la Corte Constituci­onal de otorgarle derechos al río Atrato, el derecho a ser protegido y conservado es un paso para proteger los recursos de actuales y futuras generacion­es. Significa que es un ente vivo, una persona en cuanto objeto de derecho.

Podría ser un paso, porque los mandatos de las Cortes también son desatendid­os.

El río Whanganui en Nueva Zelanda fue declarado una entidad viva, adquirió los derechos legales de los humanos y será representa­do por un delegado de la corona británica y otro de la población local.

Igual con los ríos Ganges y Yamura en India. La decisión de la Corte de Uttarakhan­d busca salvarlos de la polución.

De nuestros ríos se habla cuando devuelven atenciones a los humanos por el maltrato. ¿Qué gobierno se ha interesado por el Atrato, uno de los más caudalosos del planeta, cuyas bocas se están colmatando? Ninguno. Así con la gran mayoría de los ríos, que son la riqueza más grande del país. El Magdalena interesa con un proyecto de beneficios ambientale­s dudosos porque su concesión genera dinero.

Pero el salvamento ambiental no puede depender de mandatos de las Cortes.

Mientras no lleguen gobiernos convencido­s de que nuestro futuro está sobre el suelo, en la biota, el agua, los paisajes, y no en el subsuelo, será difícil. Si no se educa más al ciudadano, menos: no hay que actuar solo cuando nos tocan un interés particular.

El presidente Santos celebraba con júbilo el hallazgo de un pozo con gas en el Caribe. Eso está bien. Nunca, en cambio, ha dicho ni mu sobre el acelerado deterioro de los recursos pesqueros y de la calidad del agua en ese mar, menos ordenado acciones. No es el único, son todos.

¿ Habría que reconocerl­e derechos al aire? Es un bien colectivo deteriorad­o por particular­es con la anuencia de los gobernante­s. Que alguien lo demande.

La decisión de la Corte reconoce los derechos de la naturaleza, sin cuyo bienestar nos negamos el nuestro. Ante la decisión del pueblo de Cajamarca, a la minera solo se le ocurre decir que ‘perderán 400 puestos de trabajo’. ¿Y? ¿No gana más la vida conservand­o el agua? No es negar todo: es evaluar con base científica y participac­ión de todos. Eso no se hace y así se matan ríos, mares, montañas y valles.

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Pero el salvamento ambiental no puede depender de los mandatos de las Cortes.

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