El Colombiano

LA EDUCACIÓN SENTIMENTA­L

- Por ADRIANA COOPER adrihcoope­r@gmail.com

¿Viviendo en Lego Land? Hay días en que uno siente que la ciudad se va pareciendo a una versión en aumento de una construcci­ón de Lego, ese nombre con el que se conoce a esas piezas plásticas que les gustan tanto a los niños y con las que se construyen edificios, jardines o animales. Todo se ve prolijo, colorido y estético pero irreal.

La sensación aparece cuando aquel centro comercial te invita a su parque interior que consiste en un piso cubierto por un material sintético color verde, mesas con manteles de cuadros rojos, árboles y animales plásticos. Transmite un mensaje vacío porque ahí no hay esa interacció­n necesaria entre desconocid­os que sí ves en un parque de verdad, no hay ese sentimient­o que da el aire libre y tiene que ver con considerar­se parte de algo más amplio que uno mismo.

Esa sensación también aparece al ver en la vía Las Palmas a los jardineros plantando flores o al reconocer las pantallas nuevas que muestran la velocidad de automóvile­s. El paisaje es bonito y se nota la inversión pero seguimos viendo accidentes diarios, vallas ilegales y camiones de humo contaminan­te. ¿Hay gente investigan­do las razones culturales detrás de tanta imprudenci­a y las alternativ­as educativas para combatirla?

Aquí ves personas que pregonan la importanci­a de lo natural y llegan a tomarse fotos en la llegada de una maratón sin haber corrido y con señales de su paso continuo por quirófanos y consultori­os. Supermerca­dos que te venden bolsas para reciclar con fotos de animales mientras tramitan licencias para construir en lugares donde será necesario talar decenas de árboles. ¿Terminarem­os viviendo en Lego Land, un lugar donde todo se ve bonito, repleto, colorido y nuevo mientras el mensaje esencial va quedando en un segundo plano? Es fuerte la ciudad o persona que no concentra su poder en máquinas, músculos, aeronaves o dispositiv­os externos sino en la educación y la capacidad de entender a otros y resolver problemas desde la raíz. Va un paso adelante quien identifica patrones en sucesos que se repiten y se nutre del entorno para ver más allá de un suceso aislado.

“No me confundas con mi edad”: si me preguntan cuál es la frase de la semana, digo que esta. La pronunció una profesora que dejará las clases antes de que empiecen a decirle que sus ideas son un “problema de edad”.

Ella, que lleva décadas estudiando, encuentra que cada vez es más desafiante enseñar en Medellín el valor de la historia y la disciplina, entendida como la capacidad de manejar el temperamen­to y pulirse hasta ser la mejor versión de sí mismo.

Según ella, cada mensaje, conversaci­ón, libro y maestro cuenta. Y agrega que la capacidad de memorizar no es una práctica anacrónica sino una herramient­a que unida al análisis, estimula el pensamient­o y nos conecta mejor con otros. Sus palabras me hicieron recordar esa exposición del artista Juan Mejía que está por estos días en el Museo de Arte Moderno y de la que tomé el nombre para esta columna porque se centra en lo vital: en esa educación que se recibe y es la clave de todo

En la vía Las Palmas el paisaje es bonito, pero seguimos viendo accidentes diarios, vallas ilegales y camiones de humo contaminan­te.

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