Y QUIÉN EDUCA SOBRE TIERRAS?
¿Cómo se les llama a las tierras que conservan sus bosques para que la economía crezca sosteniblemente y los colombianos satisfagan las necesidades más básicas como los alimentos, salud, energía, industria, empleo y agua potable ? ¿Ociosas o productivas?
¿Cómo vamos a garantizar la sostenibilidad de los terrenos baldíos que suministran los más valiosos servicios al crecimiento del país? ¿Y que no terminen como han terminado la mayoría de tierras que han sido mal usadas? Actualmente, más del 50 % del territorio nacional, incluidas las tierras dedicadas a la agricultura y ganadería, están en estado crítico de erosión, y los periódicos ya comienzan a llenar sus páginas con imágenes de talas incontroladas de bosques naturales y destrucción de suelos productivos en áreas cuya vocación era forestal protectora y ahora corren el mismo triste destino.
¿Cómo vamos a garantizar el caudal mínimo en una cuenca frente a la creciente demanda por crecimiento de la población y de la economía nacional donde se espera que para los próximos 10 años el sector agrícola incremente en un 43 % las hectáreas sembradas, la demanda de agua por parte del sector productivo aumente en un 65 %, y la demanda eléctrica crezca un 51 %?
A los nuevos propietarios ¿quién los está capacitando y formando para que no se cometan los mismos errores de convertirlas en tierras no productivas?
Recordemos que 19 áreas forestales del sistema de parques nacionales naturales suministran el agua que demandamos 25 millones de personas y aportan al menos US$ 491 millones por adicionalidad hídrica al servicio de agua potable. Las ciudades más beneficiadas por tener tierras forestales son Bogotá, Cali, Bucaramanga, Medellín, Cúcuta, Manizales, Pereira, Armenia, Villavicencio, Neiva, Ibagué, Valledupar, y demás acueductos municipales y rurales del país. ¿Qué tanto estamos reconociendo este servicio de cuidar y preservar estratégicamente los suelos y bosques aguas arriba de las bocatomas?
Los distritos de riego que se benefician con agua proveniente de las cuencas protegidas cercanas o dentro del sistema de parques nacionales naturales -SPNN- representan al menos 152.286 hectáreas y unas 25.857 familias beneficiadas, y se estima que estas áreas aportan al menos US$ 884 millones por adicionalidad hídrica en el sector agrícola.
El 100 % de las cuencas que abastecen el 75 % del Sistema Energético Nacional son áreas forestales no productivas para la agricultura, pero sí productivas para el desarrollo de Colombia. El 50 % de la energía hidroeléctrica que se produce en el país utiliza agua que proviene de parques nacionales que aportan al menos US$ 502 millones por adicionalidad hídrica en el sector energético.
Y paradójicamente, se siguen deforestando 140 mil ha/año, principalmente por actividades no formales de minería ilegal, cultivos ilícitos y contrabando ilegal de madera natural.
Más del 50 % de las tierras en Colombia están con erosión. Más del 60 % del departamento del Cesar se está convirtiendo en el desierto extendido de La Guajira. Sin olvidar a los departamentos del Magdalena, Córdoba, Sucre, Santander, Norte de Santander, los Llanos Orientales, Huila, Tolima, Cauca, Nariño, Boyacá y Cundinamarca. Todas ellas algún día fueron tierras forestales productivas. Hoy día su mayor aporte es arena.
¿Qué entenderá un juez por tierras ociosas o no productivas? La respuesta no puede dejarse al libre albedrío, se tiene que definir y contextualizar. La productividad no consiste solo en la explotación agrícola o ganadera, también lo es la preservación de las fuentes de agua y la generación de bienes y servicios de los ecosistemas como la captura de los gases efecto invernadero - GEI-, estos últimos a través del mantenimiento de los bosques.
Sus beneficiarios no son solo los dueños de las tierras, son también un número ilimitado de personas, y por ello se deben concretar las estructuras de beneficios económicos y las respectivas condiciones para los propietarios de esas tierras.
Los bosques “ociosos” o “improductivos” son también una bendición
Actualmente, más del 50 % del territorio nacional, incluidas las tierras dedicadas a la agricultura y ganadería, están en estado crítico de erosión.