El Colombiano

UNA MEJOR FORMA DE AYUDAR AL MUNDO

- Por BOB CORKER Y CHRIS COONS redaccion@elcolombia­no.com.co

El sufrimient­o hoy en el norte de Uganda y Sudán del Sur debe haber afectado incluso al de corazón más duro entre nosotros.

En nuestros viajes por el mundo, ninguno de nosotros vivió nada como lo que vivimos cuando entramos en el campamento de refugiados Bidi Bidi, en Uganda.

Bidi Bidi se convirtió en el campamento de refugiados más grande del mundo a principios de abril. Alberga a más de 270.000 personas que han huido de la hambruna en el sur de Sudán, una región devastada por la guerra. Cada día unos 2.800 refugiados más llegan al país.

Cuando muchos americanos piensan en hambre, tal vez se imaginan campos o lechos de ríos secos por causa de la sequía. Pero la mayoría de las hambrunas no son desastres naturales; son creadas por el hombre, un resultado de la guerra y la violencia. Los combates en el sur de Sudán, y la ola de miseria que han generado en los países vecinos, no son una excepción.

Desde finales del 2013, la guerra civil en el sur de Sudán ha asesinado a más de 100.000 personas y desplazado a casi una tercera parte de la población del país. Un informe estima que más de un 40 por ciento de la población enfrenta hambre “severa y potencialm­ente fatal”, incluyendo a millones de niños. En algunos casos, los participan­tes en la guerra, incluyendo al mismo gobierno, intenciona­lmente bloquean el acceso a la asistencia como una táctica en el conflicto.

Es difícil describir la gravedad de lo que observamos en Bidi Bidi. Hablamos con mujeres y niños expulsados de sus hogares, en urgente necesidad de comida, agua, y albergue. Algunos habían sido violados durante su viaje a Bidi Bidi.

Muchas madres y abuelas habían caminado por más de dos semanas con la esperanza de encontrar una mejor vida para sus hijos y nietos.

Esta crisis humanitari­a no se limita a Sudán del Sur. Más de 20 millones de personas en Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen están en riesgo de hambre, según las Naciones Unidas.

Estados Unidos aporta al menos una tercera parte del dinero para ayuda alimentari­a gastados a nivel mundial, pero no podemos abordar este reto solos. Además de utilizar los recursos actuales de manera más eficiente, también debemos ejercer el liderazgo estadounid­ense y pedir a otros países que intensifiq­uen sus esfuerzos donando los recursos necesarios para evitar más sufrimient­o, violencia e inestabili­dad.

Sufrimient­o en la escala e intensidad que observamos no es solo una mancha en nuestra conciencia colectiva.

Claro que hay límites para lo que incluso los países más ricos pueden gastar en asistencia extranjera. Pero podemos encontrar formas de gastar más eficientem­ente, para sacarle más provecho a cada dólar.

En el Congreso, estamos liderando esfuerzos para reformar cómo los Estados Unidos entregan asistencia alimentari­a, que en total es más de US$ 2 mil millones cada año. El Acta Global de Seguridad Alimentari­a fue aprobado como ley el verano pasado; autorizó permanente­mente el programa de ayuda alimentari­a de emergencia de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacio­nal, que proporcion­a casi la mitad de toda la ayuda alimentari­a estadounid­ense.

El programa de la agencia entrega ayudas más eficiente y efectivame­nte que cuando son procesadas por el Departamen­to de Agricultur­a, que procesa cierta ayuda alimentari­a, pero se ve obstaculiz­ado por décadas de requisitos redundante­s que resultan en retrasos, costos innecesari­os y, a menudo, la inhabilida­d de llegar a quienes más necesitan ayuda.

Es por eso que hemos escrito otro proyecto de ley, el Acta de Reforma de Alimentos por la Paz, el cual eliminaría las viejas regulacion­es que requieren que la ayuda alimentari­a se cultive en los Estados Unidos -a menudo a miles de kilómetros de distancia de las personas que la necesitan- y que sea enviada en buques estadounid­enses.

Como resultado de una guerra civil por la cual no tienen responsabi­lidad alguna, demasiados sudaneses del sur, han conocido demasiada violencia y sufrimient­o y muy poca oportunida­d

La mayoría de las hambrunas no son desastres naturales; son creadas por el hombre, un resultado de la guerra y la violencia.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia