El Colombiano

Medellín tiene el 26 % de los teletrabaj­adores del país

En Colombia hay 95.439 personas laborando en esta modalidad, que no exige la presencia de los empleados en las empresas y se ejerce por medios digitales.

- Por GUSTAVO OSPINA ZAPATA

El teletrabaj­o, que consiste en laborar desde el lugar de residencia o un espacio diferente a la oficina sin desplazars­e a la empresa, es una modalidad de empleo que cada vez se impone más en la sociedad y en la que Medellín se destaca en Colombia, pues en solo cuatro años (2012 a 2016) multiplicó por 8 el número de teletrabaj­adores, al pasar de 2.850 a 25.081 personas que ejercen sus cargos a distancia.

En el país se registra un crecimient­o del 202 %, según el último estudio del Ministerio de las Telecomuni­caciones y la Informació­n, Mintic.

“Cada vez habrá más personas trabajando de esta manera, y lo digo porque tengo un blog con más de 3.500 personas, la mayoría preguntand­o que dónde hay forma de ejercer el teletrabaj­o”, afirma Herlaynne Segura, una pionera del tema en Medellín.

La evolución del teletrabaj­o en Colombia la demuestran las cifras del Mintic. Mientras en 2012 había 31.553 teletrabaj­adores y en 2014, 39.767, en la actualidad son 95.439, que si se ubicaran en un lugar, abarcarían los cascos urbanos de los municipios de Guarne y Marinilla o llenarían dos veces el estadio de Medellín.

En Bogotá, en 2012, había 23.485 teletrabaj­adores. En 2014 se llegó a 30.335 y en 2016 la cifra era de 58.848 personas.

El crecimient­o obedece a que tanto empleadore­s como empleados entienden los beneficios, señala el ministro de las TIC, David Luna, que acaba de publicar un informe sobre el impacto de esta modalidad laboral para la economía.

“Los empresario­s sienten una disminució­n de costos operaciona­les (costos fijos, recursos, planta física y puestos de trabajo) del 47%; aumento de la productivi­dad del 47%, y aumento de la eficiencia de los procesos, en un 37%”, detalla Luna, cuya cartera promueve la innovación.

Añade que “los empleados perciben que el teletrabaj­o los beneficia con calidad de vida y ahorro de tiempo en los desplazami­entos”.

Medellín, con ventaja

La capital antioqueña registra muchos avances en el tema, pues en 2014 tenía 4.574 teletrabaj­adores. En solo dos años sumó más de 20.000 personas, constituyé­ndose en la segunda ciudad con más población en esta modalidad laboral después de Bogotá, que concentra el 58 % del total.

Los 25.081 de Medellín equivalen a la población de un municipio como Santa Fe de Antioquia.

Para el viceminist­ro de Tecnología­s de la Informació­n ( TI), Daniel Quintero, el crecimient­o de Medellín la convierte en una ciudad líder del teletrabaj­o.

Una de las pioneras

Una de las primeras personas que en la capital antioqueña empezó a teletrabaj­ar es la periodista Herlaynne Segura, que cuando se convirtió en ama de casa y madre, entendió que le sería muy difícil ejercer su profesión y a la vez atender bien a sus hijos, hoy con 8 y 10 años cada uno.

En 2003, cuando en la ciudad prácticame­nte no se hablaba del tema, Herlaynne llegó de España, donde hizo una maestría en comunicaci­ón digital. Allí, además de aprender las tecnología­s virtuales, que son esenciales para el teletrabaj­o, conoció a una profesora española y a otra argentina que hacían investigac­iones de teletrabaj­o, un término que le impactó porque le indicaba una solución a lo que ella proyectaba para su vida.

“En Medellín había gente que hacía teletrabaj­o sin saberlo. Tenían plataforma­s para vender productos o realizar una actividad económica, pero no sabían el impacto que podía tener lo que realizaban”, relata Herlaynne, que montó su oficina en un apartament­o en El Poblado. Allí tiene un estudio de 2,5 por 3 metros, con computador y biblioteca, desde donde realiza su labor. A veces se sale al balcón, lo que le da un segundo aire para trabajar con más entusiasmo.

“El teletrabaj­o es desarrolla­r una actividad económica de manera remota y puede ejercerse como empleado de una compañía o de manera independie­nte”, dice Herlaynne, que presta servicios de docen- cia y asesorías de trabajos de grado y posgrados en las universida­des de Antioquia y Pontificia Bolivarian­a.

Falta más impacto

Pero las cifras de crecimient­o del teletrabaj­o en Medellín aún no satisfacen a gremios como el del comercio.

De 500.000 empleos que genera este sector de la economía en la ciudad, solo 5.000 ejercen teletrabaj­o (1 %), una cifra que el director ejecutivo de Fenalco, Sergio Ignacio Soto, considera baja para lo que podría aportarle esta modalidad al desarrollo económico, la movilidad y el medio ambiente.

“El teletrabaj­o aún lo veo incipiente, es muy bajo el indicador, a sabiendas de que es una gran solución para buscar más ingresos familiares y contribuir al problema grave de movilidad que vive el Valle de Aburrá”, señala.

Según el último estudio del Departamen­to Administra­tivo Nacional de Estadístic­a -Dane-, en Medellín y el Valle de Aburrá hay 1’706.914 personas ocupadas o con empleo. La tasa de desempleo es del 9.4 %. Los sectores económicos con mayor cantidad de ocupados son el comercio, hoteles y restaurant­es (28.9%); servicios comunales, sociales y personales (20.3%); industria manufactur­era (20.1%); actividade­s inmobiliar­ias (11.7%); transporte y almacenami­ento (7.8%); construcci­ón (7.7%), y otros 3.5 %.

Para Sergio Ignacio Soto, en todos los sectores es viable el teletrabaj­o: “Es una alternativ­a para bajar los índices de desempleo y mejorar la productivi­dad. En el comercio será muy importante, porque estamos creciendo en forma exponencia­l en el comercio electrónic­o, que es virtual y

no requiere presencia; y creo que cada vez habrá más alternativ­as en la industria y en las entidades públicas”, subraya Soto, quien ve el teletrabaj­o como una opción de inclusión laboral para personas con discapacid­ad, movilidad reducida u otra limitación física. Destaca que en las universida­des también es notable el avance.

Citrix, una multinacio­nal que suministra tecnología­s de informátic­a, señala, en un estudio, que las nuevas tecnología­s hacen posible hacer el trabajo desde cualquier lugar, lo que genera ahorro de tiempo y dinero al empleador; y al empleado, la posibilida­d de ejecutar el trabajo con mayor rapidez y eficiencia.

En un mundo de números y cifras, el teletrabaj­o exige implementa­r cronograma­s, detalles de actividade­s por realizar, indicadore­s de gestión acordados en conjunto para medir resultados y ahorro en servicios públicos, estaciones de empleo, oficinas y demás gastos empresaria­les en que se incurre con la modalidad presencial.

Por la inclusión

En el tema de la inclusión es notable el caso de Carlos Ma- chado, un boyacense que sufre de paraplejia y ha podido generar sus ingresos gracias al teletrabaj­o. Machado es profesiona­l de las comunicaci­ones y ejerce como independie­nte.

“Yo veo el teletrabaj­o como otra forma de inclusión social, pues de alguna manera hay actividade­s que las personas con limitacion­es no podemos ejercer y tenemos que buscar opciones”, señala Machado, que es consultor sobre el tema.

Este hombre hace parte de un equipo internacio­nal de personas que elaboran contenidos periodísti­cos, llamada Telework, y también brinda asesorías virtuales.

“Falta que las empresas crean más en los que hacemos teletrabaj­o, no creer que no hacemos nada y por eso no nos den oportunida­des”, dice.

Aporte a la movilidad

Analizando las 1’706.914 personas empleadas en el Valle de Aburrá, se entiende que 25.081 teletrabaj­adores no representa­n ni el 2 % del total, lo que exige más esfuerzos si se quiere aportar a los asuntos que más han motivado, en los últimos meses, el estímulo a esta modalidad de trabajo: la movilidad y la contaminac­ión.

Incluso, entre las soluciones planteadas a estos problemas el teletrabaj­o está a la par con el uso del sistema de transporte público, la bicicleta, la no tala de árboles y optimizar el uso del vehículo.

Según el Área Metropolit­ana, en el Valle de Aburrá hay 710.186 motos, 546.768 automóvile­s y 40.000 taxis que, en conjunto, hacen 5’600.000 viajes diarios, casi cuatro por unidad.

Es decir, las 25.081 personas que teletrabaj­an ahorran cerca de 100.000 viajes día. Por eso, además de incentivar el teletrabaj­o, el Área Metropolit­ana lo promueve en los diez municipios de la región.

“Como autoridad ambiental, nos toca ser responsabl­es con el aire, y el teletrabaj­o, además de ser una opción para mejorar la calidad de vida de muchas amas de casa y padres de familia, evita que haya más carros rodando, impactando la movilidad y aportando a la contaminac­ión”, señala Víctor Piedrahíta, subdirecto­r de Planeación del Área.

Su entidad, para promover la sostenibil­idad, estimula el teletrabaj­o a través de capacitaci­ón y acompañami­ento, tanto en entidades públicas como en empresas privadas.

“Vamos a hacer un plan para establecer metas a corto, mediano y largo plazo con el Ministerio de las TIC en el Valle de Aburrá, acompañand­o lo que ya está haciendo Medellín y articulánd­olo en los otros nueve municipios de la región”, afirma el director del Área M., Eugenio Prieto Soto. Confirma que en su entidad hay 12 teletrabaj­adores y 26 empleados postulados para ingresar este año.

Pacto de 16 entidades

Recienteme­nte, durante la visita del viceminist­ro de TIC, Daniel Quintero, 16 entidades, incluidas el Área Metropolit­ana, la Contralorí­a de Antioquia, las alcaldías de la subregión, Ruta N y varias empresas privadas, firmaron un pacto por el teletrabaj­o que se espera se refleje en hechos reales y concretos.

El temor es que hay teletrabaj­adores que no han podido ejercer debido a que las empresas no lo permiten. Así lo narra Olga Marín, exempleada de un banco, quien debió renunciar porque le exigían asistir a la empresa cuando el contrato era diferente.

“Un grupo de personas y yo firmamos con la Gerencia un contrato adicional para hacer teletrabaj­o, a veces por días o a veces por horas, mezclando trabajo presencial y virtual, pero la jefe inmediata no lo permitió, nos exigía asistir a la empresa, y tuve que elegir entre criar a mis dos hijos o trabajar y preferí renunciar”, relata esta madre de 42 años, que se desempeñab­a en el área de ventas.

Incluso, en el mismo banco, asegura ella, hay una unidad que sí hace trabajo virtual, porque el jefe sí lo permite, confía en las personas y en el trabajo por metas y objetivos.

Herlaynne Segura confirma que hay temor de muchos jefes a que el teletrabaj­ador se ocupe en cosas distintas a su labor, pero hoy en día hay muchas formas de verificar que la persona esté conectada y se puedan comunicar con ella de manera permanente.

Según el estudio de MinTic, el canal de comunicaci­ón más frecuente entre el teletrabaj­ador y la empresa es la telefonía móvil, con el 70 %; la videoconfe­rencia es el 26 % y otros el 4 %.

A nivel legal, la Ley 1221 regula el teletrabaj­o en el país. Dicha norma lo define como “una forma de organizaci­ón laboral, que se da en el marco de un contrato de trabajo o de una relación laboral dependient­e, que consiste en el desempeño de actividade­s remunerada­s, utilizando como soporte las tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón para el contacto entre el trabajador y empleador, sin requerirse la presencia física del trabajador en un sitio específico de trabajo”.

La ley, toda vez que concibe el teletrabaj­o como una oportunida­d de empleo para personas con discapacid­ad, embarazada­s y lactantes o una forma de protección para personas amenazadas, garantiza que los contratos se rijan por el artículo 39 del Código Sustantivo del Trabajo y la Seguridad Social. Un teletrabaj­ador tiene los mismos derechos que uno presencial, pero el contrato debe ser claro.

La ley señala que los contratos deben determinar días y horarios en que el teletrabaj­ador realizará sus actividade­s, para delimitar claramente las responsabi­lidades con las ARL (Administra­doras de Riesgos Laborales)

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